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El parto en casa conlleva los mismos riesgos que en un hospital. / DA


JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

La vida sigue siendo un auténtico misterio. Por eso, desde hace décadas son muchos los que definen los alumbramientos como “el milagro de la vida”. Dar a luz a un hijo, sin embargo, varía mucho según la cultura, religión o incluso el lugar donde se produce, aunque siempre con un mismo denominador común: la heroicidad de una madre ante una situación dolorosa.

Ese mágico día, no obstante, se ha dulcificado mucho en los últimos años, merced al desarrollo y mejora de los sistemas sanitarios, que permiten a las mujeres tener partos menos traumáticos que antes. Aun así, todavía hay bastantes féminas que, siempre que la fisiología se lo permite, deciden tener a sus hijos en casa, lejos de la frialdad que puede producir el quirófano de hospital.

Para facilitar, asistir y supervisar estos singulares alumbramientos, desde hace años cuatro enfermeros de Tenerife especialistas en Ginecología y Obstetricia ayudan a madres a dar a luz en sus domicilios, por una cantidad que oscila entre los 1.500 y los 2.000 euros. Se trata de una posibilidad que, aunque no está muy extendida en el Archipiélago, sí ha visto crecer la demanda en los últimos años, hasta el punto de que estas matronas no pueden atender todas las peticiones que tienen.

Según explica una de ellas a este periódico, en la actualidad asisten una media de 4 partos al año, ya que compaginan esta actividad con su trabajo en el Servicio Canario de la Salud (SCS). “Es algo complejo, porque nosotros debemos estar permanentemente localizados desde que una mujer decide acudir a nosotros, especialmente entre las semanas 38 y 42 de gestación. Les aseguramos que estamos cien por cien disponibles, porque asistimos al parto en grupos de dos. De igual modo, supervisamos el posparto hasta que finaliza la cuarentena, para comprobar en todo momento que no hay complicaciones”, subraya la enfermera.

Para preservar la intimidad de las familias y al tratarse de una asistencia privada, estos profesionales prefieren guardar el anonimato y no publicitarse, aunque cualquier pareja que lo desee puede contactar con ellos a través de la Asociación Canaria de Matronas. “Normalmente, nos localizan merced al boca a boca. Tienen que solicitar el parto en casa antes de que la mujer llegue a la semana 30 de gestación, para que podamos hacer una valoración exhaustiva de cómo marcha el embarazo, y en el precio se incluye todo el proceso, desde las entrevistas y preparación previa hasta el posparto”, subraya uno de los enfermeros.

Para poder dar a luz en el propio domicilio las parejas deben cumplir una serie de requisitos, como que el embarazo vaya bien y que termine de manera fisiológica, sin ningún tipo de patología ni complicación. Además, la vivienda debe tener unas condiciones higiénicas mínimas, y debe estar situada a una distancia máxima de un hospital de referencia de entre 25 y 30 minutos. “Les hacemos unas entrevistas previas a los padres para conocerlos, porque tiene que haber una buena relación entre la pareja y nosotros. También les damos una serie de pautas y materiales que deben adquirir; en cualquier caso, nosotros llevamos un equipo quirúrgico de urgencia, por si hay que suturar, y un doopler para controlar la frecuencia cardíaca fetal”, denota la matrona tinerfeña, quien deja claro que en estos partos “no existen más riesgos de los que puede haber en un hospital, siempre y cuando el embarazo sea fisiológico y no haya tenido patologías ni complicaciones previas.

Aun así, si surgiera algún problema, se programa el traslado al hospital”. “La clave es poder detectar de manera precoz si algo no va bien, porque nunca llegamos al límite; y si detectamos algún riesgo, no aceptamos el parto en casa”, expone el profesional, quien insiste en que “las complicaciones que se producen de manera inesperada pueden tener el mismo resultado negativo en casa y en el hospital, pero para eso está el profesional cualificado, para detectar cualquier anomalía y poder resolverla”.

Aunque no hay un perfil definido de mujer que decide tener a su bebé en casa, estas matronas sí aseguran que se trata de chicas que son muy conscientes de su proceso de embarazo y maternidad, “que se enfrentan al parto muy preparadas, también psicológicamente”. “Parir en casa supone que no habrá anestesia epidural, por lo que todo el proceso será de manera completamente natural”, reitera uno de los cuatro enfermeros que realiza este tipo de asistencias en la Isla.

Consejos sobre la lactancia y los cuidados básicos del niño, masaje infantil, valoración física de la mujer, retirada de puntos, reeducación perineal o apoyo psicológico son algunos de los servicios que ofrecen estas peculiares comadronas, que insisten en que es sobre todo al principio del nacimiento, durante las dos primeras semanas, “cuando las madres se sienten más inseguras y necesitan más el apoyo profesional”. “La madre valora el tener a un profesional que la guíe y no tanto consejo de la gente que quiere ayudar, y hoy en día la presión asistencial hace imposible que un profesional se acerque a visitarla cada día”, concluyen.

Una práctica extendida en toda Europa

Parir en casa en España aún es una opción minoritaria, algo paradójico si tenemos en cuenta que no era así hace unos años. De hecho, antes de los 60 el parto era normalmente asistido en casa por una matrona. Entonces, dar a luz en el domicilio no ofrecía la seguridad necesaria en todos los casos, y varios factores confluían en las elevadas tasas de muertes de madres y bebés: el hecho de tener hijos muy seguidos, condiciones nutricionales y de salud de la mujer poco óptimas, hogares que no contaban con unos requisitos mínimos de salubridad, etc.

Hoy día, la mejora de esas condiciones de salud de la mujer y de salubridad en el hogar hacen que el parto en casa sea una opción segura. Y es que la percepción de que el parto en casa es menos seguro que el hospitalario está basada en mitos y prejuicios sustentados en la falta de información sobre la forma en que se desarrolla un alumbramiento normal y la asistencia que se precisa. Existen estudios que demuestran que, en un parto de bajo riesgo, parir en casa es más seguro que hacerlo en un hospital, pues en casa se dilata mejor y disminuyen las opciones de que la mujer sea sometida a prácticas innecesarias por los profesionales.

Dar a luz en el propio domicilio es una práctica habitual en países como Inglaterra u Holanda, donde el gasto queda cubierto por la Seguridad Social. En otros, como Suecia, Alemania y Austria, el Estado cubre la mayor parte de la atención, quedando por pagar a la familia las guardias de las matronas que realizan esta labor.