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Amando de Miguel Rodríguez: “A la gente en España no le gusta trabajar y además es muy poco productiva”

   

Amando de Miguel Rodríguez

Amando de Miguel Rodríguez. | FRAN PALLERO

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz

Catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y profesor visitante en las prestigiosas universidades de Columbia y Yale, entre otras, Amado de Miguel Rodríguez (Pereruela de Sayago, Zamora, 1937) nunca deja indiferente a nadie en sus análisis sobre la realidad social. Colaborador habitual en los medios de comunicación, tanto en radio como televisión, la semana pasada estuvo en Tenerife con motivo del Día del Auditor 2013, en un acto celebrado en el Hotel Mencey. En él abordó los motivos de la crisis desde el punto de vista sociológico, en un debate en el que tuvo enfrente al exministro Miguel Sebastián. Antes de eso, dialogó sobre la recesión y otras muchas cuestiones con este periódico.

-La crisis en la que estamos inmersos, ¿es global o sólo afecta a unos pocos?

“Economía viene del griego oikos, que significa “casa”, y nuestra casa nos toca a todos, y más en un momento de crisis económica como este. Es como la medicina, que no solo interesa a los médicos, también a los pacientes, que pueden hablar de ello, al menos como consumidores. Pues lo mismo ocurre con la economía, de la que podemos hablar todos”.

-Pero la economía se ha convertido en el reducto de unos cuantos, que sin embargo controlan lo que le pasa a muchos, a la sociedad…

“Pero eso pasa en todas las profesiones, porque los expertos, que son los que saben, controlan todo. Lo que ocurre es que la crisis económica tiene muchas vertientes, muchas caras y facetas, y no sólo afecta a lo estrictamente monetario o financiero, porque lo realmente importante es lo que está ocurriendo en esa “casa de todos” que es la economía, que tiene que ver con la educación, el empleo, la mentalidad, etcétera”.

-¿Es realmente una crisis económica o de valores?

“Es una crisis más general que económica. Hubo crisis estrictamente económicas, como en el 59 o en el 93, por culpa del petróleo, que fueron cortas y episódicas, que se arreglaron con devaluaciones y medidas puramente económicas. En cambio, la que tenemos ahora, que lleva seis años, ya no se puede arreglar con devaluaciones, entre otras cosas porque tenemos una moneda común. Aunque en realidad nos han devaluado el euro, y eso nos ha hecho más pobres, sobre todo porque a la gente le han bajado el sueldo y les han devaluado bienes básicos, como la vivienda”.

-¿Y cómo se puede salir de una situación así?

“Hay varias salidas. Por ejemplo, empleando el dinero público en cosas más productivas, porque actualmente se está despilfarrando, por la duplicidad de competencias y por la corrupción que hay, que es la forma más escandalosa de no sacarle rentabilidad al dinero público. Por eso se suben los impuestos, porque es la única salida”.

-Entonces, ¿tendremos que seguir apretándonos el cinturón?

“Yo me opongo a la subida de impuestos, porque es una salida cobarde y engañosa, pero es la única que tenemos ahora, porque la productividad de la gente es muy baja y el dinero público se ha empleado, entre otras cosas, en hacer aeropuertos donde no hay aviones o puertos por donde no pasan barcos. Se ha derrochado el dinero, que alguien se ha llevado, y para enjugar el déficit público no queda más remedio que subir los impuestos”.

-¿No cree que la gente estaría dispuesta a pagar más impuestos si revirtiera luego en el colectivo?

“Quizá. Pero sigo pensando que la verdadera salida a la crisis pasa por la productividad, y aquí es muy escasa. La productividad es la capacidad que tiene cada uno de añadir un valor a su actividad. Y para eso también hacen falta trabajos que sirvan para algo, porque últimamente han aumentado los trabajos que tienen que ver con controlar, pero que realmente no valen para nada. No se trata solo de dar trabajo, sino de ofrecer trabajos que sean productivos, y eso es mucho más grave que la cantidad de parados que hay”

-¿Por qué se produce poco?

“Creo que, básicamente, por dos motivos. Uno es de tipo técnico. En contra de lo que se dice, la técnica ha aumentado muy poco y no se aplica en cosas productivas; por ejemplo, la informática, que básicamente se utiliza para jugar. La informática se ha empleado también en los negocios y las empresas, pero no en ciencia básica”.

-Pero también se está recortando mucho en educación y en ciencia básica e investigación…

“Pero las vocaciones para hacer ciencias se están desplomando en todo el mundo, porque la gente se prepara para ganar dinero rápido. Le pongo un ejemplo: hoy en día la energía es muy cara, a pesar de que cada paso técnico que se daba estaba orientado en todo lo contrario, en abaratar la energía. Sin embargo, ahora estamos agotando los recursos, y las energías alternativas, como la nuclear, son incluso más caras. Y los gobiernos no se preocupan por la investigación en ciencia básica, por lo que tenemos una estructura técnica que no nos lleva a producir más”.

-¿Y qué pasa con el factor humano?

“A lo largo de la historia, lo de trabajar ha sido una excepción. Antes había esclavos, pero los esclavos, por definición, producían muy poco. Ahora no tenemos esclavos, pero tenemos gente que está pensando más en el ocio, y el trabajo es una parte cada vez más pequeña del tiempo, que precede al fin de semana y las vacaciones. Tenemos una sociedad hedonista, que por otro lado es lo normal a lo largo de la historia, aunque hubo épocas donde sí hubo más ganas de trabajar, y justamente son las épocas de desarrollo económico de los países. En España ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, cuando la gente tenía dos empleos y trabajaba hasta de noche”.

-¿A qué se debe esta baja motivación de la gente por trabajar?

“En el Imperio Romano la mitad de los días eran de fiesta, y a lo mejor no estamos tan lejos de eso, porque si sumamos los festivos, los permisos de maternidad, las bajas por enfermedad, el absentismo laboral, etcétera, nos encontramos con que cada vez hay menos días de trabajo”.

-Entiendo, por tanto, que la sociedad es la que tiene la solución para salir de la crisis, ¿no es así?

“Sin duda. La sociedad no está motivada para producir, porque vivimos en la economía de la subvención, de la ayuda,… incluso los empresarios, que no montan empresas si no les dan dinero. Y cuando se les da,encima aparece la corrupción, lo que también impide esa mayor productividad que necesitamos”.

-¿A qué cree que responden todos esos movimientos ciudadanos, como el 15-M o la plataforma antidesahucios?

“Responden a una queja muy laxa, y tampoco los veo muy dispuestos a trabajar. Por ejemplo, una de las cosas que piden es que haya becas para todos y que estas sean un derecho, lo que es contrario al trabajo y el esfuerzo. Incluso se hacen manifestaciones para pedir eso, pero no se premia la ética y la cultura del esfuerzo”.

-Si la gente no quiere trabajar, no hay conciencia colectiva sobre el trabajo y no se produce lo suficiente, la conclusión es….

“Que somos cada vez más pobres y no nos podemos quejar de que suban los impuestos y bajen las pensiones, porque no hay ética del esfuerzo”.

-Y los que realmente sí quieren trabajar y no pueden, mejor que se marchen fuera, ¿no?

“A mí me parece bien que se marchen, porque para mi el verdadero desarrollo es el de las personas, no el de los países. Ya ocurrió antes, y los canarios son un claro ejemplo de eso. En Estados Unidos o Venezuela hay gente muy respetada ahora, que llegaron como emigrantes”.

-Pero alguien tendrá que quedarse aquí en España…

“Por supuesto, pero también vendrán otros, a pesar de que el mundo ahora tiene más barreras que hace 100 años, cuando por ejemplo no existían los pasaportes, ni los visados, ni las cuotas de inmigración. Ahora que los viajes son más baratos y menos complejos, se viaja muy poco por trabajo y mucho por turismo. La gente no quiere moverse de sus países, porque quieren estar cerca de sus familias, sus amigos o sus bares de siempre. Pero eso es ocio, no es trabajo ni esfuerzo. Los emigrantes sufren mucho, y ahora la gente no está dispuesta a eso”.

-Con este panorama que describe, ¿hacia dónde camina el mundo?

“Caminamos hacia una sustitución de los países que han sido líderes hasta ahora, por otros emergentes, latinoamericanos o asiáticos, donde la gente tiene más espíritu de trabajo, gente que por otro lado nos ha ayudado mucho cuando han venido a España o Europa como emigrantes, porque han hecho trabajos que aquí nadie quiere hacer”.