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El crecimiento de Canarias en lo transcurrido del siglo XXI

   

ANTONIO J. OLIVERA | Santa Cruz de Tenerife

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el pasado 15 de noviembre la serie homogénea de la Contabilidad Regional de España para los años de 2000 a 2012. Esta serie estadística permite observar en perspectiva comparada la evolución reciente del Producto Interior Bruto (PIB) del Archipiélago en comparación con el resto de las regiones españolas. Se trata de una base real para, no sólo conocer cuál ha sido el crecimiento que ha seguido la economía de las Islas en los últimos 13 años, sino también para valorar su evolución en comparación con la principal base de referencia, que debe ser la economía española en su conjunto.
Habitualmente, en el mismo debate económico, se suele mostrar satisfacción por la favorable evolución de las grandes cifras macroeconómicas pero, como debe ser bien sabido, en economía todo es relativo, y el uso de referencias es lo que permite poder sacar conclusiones robustas y reales, que es lo que se persigue en las próximas líneas.

El PIB canario en 2012 ascendió a 41.502 millones de euros, lo que ha representado el 3,95 por ciento de la cifra total de España, que alcanza los 1.051.204 millones de euros. Estas son las dos grandes referencias que debemos tener en nuestras cabezas cuando planteamos cualquier comparación macroeconómica. Un aspecto algo sorprendente es que el PIB canario en 2012 alcanzó valores similares a los observados entre 2007 y 2008, de forma que podemos afirmar que la crisis económica ha mantenido estancada la capacidad para generar valor durante los últimos cinco años, lo que probablemente también se extenderá hasta 2013. Para valorar correctamente el ritmo de crecimiento de la capacidad de generar valor, es decir, de nuestro PIB, primero hay que ajustar la evolución de los precios.

El incremento de los precios puede introducir confusión a la hora de realizar comparaciones donde lo que realmente importa es la evolución de las magnitudes que mantienen los precios constantes. Una vez realizado este ajuste, que prepara el propio INE, podemos observar que entre 2011 y 2012 la economía canaria decreció el 1,05 por ciento y siguió un proceso algo menos negativo que el conjunto de la economía nacional, cuyo PIB se contrajo el 1,42 por ciento entre esos dos años (véase la tabla 1: Evolución del crecimiento en las regiones españolas 2000-2012).

Resulta, no obstante, interesante observar tendencias algo más amplias para ver si el mejor desempeño (o, siendo más exactos, el comportamiento menos negativo) que ha seguido la economía canaria en el último año forma parte de un patrón de comportamiento habitual o si constituye algo coyuntural. En este sentido, al calcular las cifras de crecimiento del PIB en precios constantes para las regiones españolas observamos que el crecimiento medio anual en Canarias entre 2000 y 2012 se situó en el 1,55 por ciento, cifra algo inferior a la tasa de crecimiento española, que se cifró en el 1,64 por ciento. Durante este periodo destaca el intenso crecimiento seguido por las regiones de Murcia (2,1 por ciento), Castilla-La Mancha (2,0), Galicia (1,9) y Madrid (1,9), y la debilidad observada en Asturias (1,1 por ciento) y Baleares (1,2).

Como consecuencia de la información analizada se puede concluir que, a pesar de que Canarias ha notado de forma menos negativa el impacto de la crisis en su capacidad para generar valor, el crecimiento en estos 12 años ha sido menos intenso que en el conjunto de la economía española. Comprender este comportamiento es interesante para aprender y poder tomar medidas correctoras, pues resulta en cierto modo preocupante que Canarias no pueda aprovechar correctamente su capacidad de crecer en etapas económicas favorables.
Riqueza por habitante

La información anterior hace referencia a agregados macroeconómicos expresados en términos monetarios; sin embargo, resulta más interesante conocer cómo afecta la capacidad de generación de valor en el bienestar de las personas. Para ello una primera aproximación consiste en el cálculo del PIB por habitante, lo que permite modular las cifras de crecimiento de las magnitudes económicas en función de la población.

Contenedores de mercancias, en el puerto de Santa Cruz. / SERGIO MÉNDEZ

Contenedores de mercancias, en el puerto de Santa Cruz. / SERGIO MÉNDEZ

En el año 2012, el PIB por habitante en las islas Canarias se cifró en 19.305,78 euros, lo que representaba el 88,3 por ciento de la media nacional, en 21.859,18 euros. Entre las comunidades autónomas españolas, las cifras oscilan entre los 14.869,67 euros de Extremadura y los 29.065,41 euros de País Vasco. Obsérvese cómo el PIB por habitante vasco casi duplica el extremeño, lo que pone de manifiesto las importantes diferencias que existen dentro del territorio español en términos de progreso y bienestar.

Aunque el análisis de la situación actual es relevante, reviste mayor interés el análisis de la evolución de las cifras a lo largo de estos años. Si observamos la evolución comparada seguida por el PIB por habitante entre Canarias y España (véase el gráfico I: Evolución del PIB por habitante entre Canarias y España y sus diferentes componentes), apreciamos que entre 2000 y 2009 se ha venido produciendo un proceso de continuo deterioro del PIB por habitante canario respecto al nacional, lo que ha significado que en las Islas se ha ido perdiendo bienestar y progreso respecto a la Península. De un nivel del 94 por ciento del PIB por habitante español en 2000, se pasó al 85,8 en 2009. A partir de entonces, la situación se ha corregido levemente y ha mejorado la posición relativa del Archipiélago hasta alcanzar el 88,3 por ciento, aunque aún muy lejos de la situación de partida y de la media nacional. Esta observación es además más preocupante porque la tendencia no se inicia en el año 2000, sino que ya estaba en marcha desde mitad de los años ochenta.

Lo más preocupante

Quizás el fenómeno macroeconómico más preocupante de la evolución reciente de Canarias venga representado por la continua pérdida de capacidad de generación de valor por habitante que venimos experimentando desde finales de los ochenta y principios de los noventa. La consciencia de esta situación ha llevado a la búsqueda popular de explicaciones a este fenómeno. Una de las más habituales ha sido culpar al denominador (el incremento de la población) del deterioro de la capacidad de crecimiento de Canarias respecto a la Península. Ya habíamos visto que el PIB por habitante no es la única macromagnitud que evolucionaba negativamente, sino que también el crecimiento del PIB en términos monetarios había sido más débil en estos años. No obstante, conviene profundizar algo más en los factores explicativos de la evolución del PIB por habitante para poder contrastar o refutar la hipótesis anterior.

El PIB por habitante puede descomponerse en la evolución de dos ratios que contienen información de interés: la productividad por ocupado (es decir, el PIB dividido por el número de personas ocupadas) y la tasa de empleo (es decir, el número de ocupados dividido por el total de la población). A su vez, se puede dividir en dos componentes la productividad por ocupado: la productividad por hora trabajada (es decir, el PIB dividido por el número de horas trabajadas por las personas ocupadas) y el número de horas trabajadas por ocupado (es decir, el número de horas trabajadas divididas por el número total de personas ocupados).

Productividad

Si seguimos el comportamiento comparado entre Canarias y España mostrado por la productividad por hora trabajada, el número de horas trabajadas por ocupado y la tasa de empleo en estos últimos doce años (véase el gráfico I: Evolución del PIB por habitante entre Canarias y España y sus diferentes componentes), se alcanzan las siguientes conclusiones: (1) la principal variable explicativa de la evolución comparada del PIB por habitante canario respecto al español es la productividad por hora trabajada, que determina el deterioro observado entre 2000 y 2007 y la mejoría a partir de 2009, (2) la tasa de empleo ha jugado un papel importante entre 2007 y 2009 para explicar un deterioro algo superior en el PIB por habitante del que explicaba la productividad por hora trabajada, pero en el resto del periodo ha tenido un efecto limitado, y (3) las horas trabajadas por ocupado han tenido un papel intrascendente en la evolución comparada del PIB por habitante. Como consecuencia, puestos a buscar un factor que explique el deterioro de Canarias en bienestar y progreso respecto al conjunto de España, éste es la peor evolución de nuestra productividad por hora trabajada.
Si queremos revertir esta situación, debemos concentrarnos en el análisis de los factores que afectan a esta variable para revertir su dañino comportamiento.

Los factores que determinan la evolución de la productividad por hora trabajada están bien identificados en la bibliografía económica: acumulación de stock de capital por trabajador (incluido el capital TIC), aumento de las capacidades y habilidades de los trabajadores (incremento, en definitiva, del capital humano) y mejora de la capacidad innovadora por parte de las empresas.
Las correlaciones entre esas variables están ampliamente consensuadas en la profesión (véase el gráfico II: Correlaciones entre la productividad por hora trabajada y sus factores explicativos).

Asimismo, resulta de gran relevancia generar los incentivos económicos necesarios para que los agentes económicos adopten las decisiones adecuadas para acumular más capital y mayores conocimientos y para que se desarrollen habilidades innovadoras. Es decir, las instituciones, entendidas como las reglas formales e informales que condicionan el comportamiento de los agentes económicos y que incluyen las leyes y normas, pero también costumbres, tradiciones y convenciones sociales, juegan un papel básico, un papel fundamental, en el crecimiento de la productividad de los territorios.

Canarias cuenta con una singularidad en esta misma materia, pues el Régimen Económico y Fiscal (REF) permite definir de un modo diferenciado y más adaptado a nuestras necesidades los arreglos institucionales que estimulen la acumulación de capital, la mejora del conocimiento de las personas y la capacidad de innovación de nuestra sociedad.

Diagnosticado el problema y con las herramientas adecuadas a nuestra disposición, no percibo excusas para hacer lo adecuado. Así que dentro de 20 años no vengan a acusar a los economistas canarios de que no supimos ver las causas de nuestro deterioro económico, pues quedarán las hemerotecas para demostrar que, en esto, sí lo teníamos claro.

Antonio J. Olivera es DOCTOR EN ECONOMÍA