El Partido Popular parece resuelto a debelar el tópico de la lentitud de la Administración española: en solo dos años de gobierno ha levantado el edificio de su sociedad ideal, de su paÃs soñado. De hecho, ya ondea sobre su tejado la bandera que corona toda obra acabada. A ese edificio singular le faltan sÃ, algunos remates, algunos adornos, pero los áticos y los pisos principales ya podrÃan ser habitados por sus inquilinos naturales, y los sótanos también, bien que estos, reservados para el vulgo, para el servicio, están sin agua, sin luz, sin calefacción y sin nada. Los ricos arriba y los pobres abajo, tal es el concepto que rige la domótica de esa finca, inspirada en el orden secular, tradicional, histórico, permanente, de España.
Estilo vintage o Viejo Régimen, la obra del Gobierno de Rajoy es inconfundible: persigue volver a atar lo poco que se desató desde la muerte del que asumió la misión de dejarlo todo atado y bien atado. El tiempo afloja las costuras, fatiga los cimientos, pule y redondea las esquinas de la piedra, y entonces es cuando los reformistas vienen con sus reformas para revitalizar el inmueble.
Parece nuevo, de nueva planta, este edificio que ha plantificado el PP en plena zona verde, pero es el de siempre, la misma pirámide, la misma distribución, la misma orientación, los mismos materiales. Lo que pasa es que en las últimas décadas se habÃa llenado de chusma, de esa clase media procedente de la chusma que se habÃa sacado carreras con becas, que habÃa prosperado, que habÃa ahorrado, que se lo habÃa currado, que se lo habÃa creÃdo, y ya era hora de volver a poner las cosas en su sitio con unas buenas reformas: los ricos con los ricos, los pobres con los pobres, los chicos con los chicos, las chicas con las chicas, el pueblo con su pobreza y la élite económica, incluidos los polÃticos machacas que la sirven, con el disfrute del perenne botÃn.
Se trata de un edificio privatizado, patrimonializado, en el que de todo hay para el que pueda pagarlo: educación, sanidad, justicia… y policÃa. Para el que no pueda, y ya se han encargado de que la mayorÃa ya no pueda, un remedo, un sucedáneo de todo eso, y, como todo lo falso, defectuoso y malo. Y adverso. Y calculado para alimentar la postración y el miedo de la plebe, de los siervos que viven, es un decir, en los sótanos sin luz, ni agua, ni aire.