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La mirada blanca – Por Ylka Tapia

   

El impacto mediático que ha supuesto el fallecimiento de Nelson Mandela (1918-2013) no solo se refleja en las portadas de las principales cabeceras del mundo, también en las comunidades en línea: cientos, si no miles, de mensajes para expresar condolencias ante la pérdida de Madiba, apelativo honorífico por el que se le conocía en Sudáfrica, y que es el nombre del clan Thembu, al que el expresidente pertenecía.

Y precisamente, entre las publicaciones más compartidas, destaca su aclamada cita “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”; asumida por otros, tales como el criticado activista Greg Mortenson que la utiliza para combatir el terror islámico, o la adolescente Malala en su ya célebre expresión: “Para hacerme poderosa solo necesito una cosa: educación”. Porque la carencia de esta última, sumada a la toxina que ha producido Occidente, el orientalismo, conformó una sociedad con una “tendencia emocional que hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o sociedades”, incisiva acepción del etnocentrismo recogida en el DRAE.

Volviendo al orientalismo, este ha establecido un conjunto de estereotipos respecto a la cultura oriental, principalmente plasmados por aquellos con acceso a los medios, tales como escritores, periodistas, artistas…; estas representaciones fueron analizadas por los estudios postcoloniales en los que uno de sus exponentes, el crítico literario Edward Said (1935-2003), denunció la importancia de que no fueran represivas, tal y como se ha venido haciendo hasta ahora, perpetuándose incluso hasta el dospuntocerismo. En este sentido, Mandela luchó con la firme determinación de liberar a su pueblo subyugado, combatiendo, entre otros, los mecanismos con el que poder y cultura se entremezclan y la mirada blanca se impone como único relato.

Un único relato en el que la historia, economía, filología y política se alinean peligrosamente para continuar ofreciendo un manipulado discurso, que debería ser ya contrariado por la conectividad de los pueblos ultrajados. Es ahora cuando el magnífico legado de Mandela debe extenderse por todo Occidente gracias a la Red, y corregir de una vez su defecto de sistema óptico.

@malalua