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La invasión de los pobres – Por Jorge Bethencourt

   

De igual forma que existe la guerra preventiva, que es una guerra que se hace para evitar otra guerra -y el que pueda que ate esa mosca por el rabo- hemos descubierto ahora los disparos disuasorios. Que tiene mucha más lógica. Basta que a uno le metan un tiro entre las cejas para que le disuadan de cualquier cosa. Y si es una bala de goma en los piños, mientras estás nadando, hasta es posible que te disuadan de flotar y acabes criando algas allá abajo. Lo de Ceuta y Melilla se empieza a poner muy feo. Hace algunas décadas España salió con el rabo entre las patas dejando el Sahara en manos de Marruecos. Todos, incluido el Frente Polisario, querían a los españoles fuera de allí. El problema de las dos ciudades autónomas es que albergan casi doscientos mil ciudadanos españoles. Las dos (y, ejem, Canarias) son la primera fronteras al Sur. A pesar de lo que afirman algunos idiotas profesionales, España es un país de bienestar donde existe sanidad y educación para quien no tiene recursos. Y asistencia social. Y paro. Y jubilación. Y en general todo lo que caracteriza a un país donde los impuestos sirven para redistribuir las rentas hacia los más desfavorecidos. A pesar de todas sus riquezas naturales, el principal producto interior bruto de África es la pobreza. Gobiernos corruptos, castas dirigentes, etnias dominantes… Se puede encontrar de todo lo peor salvo pequeñas y honrosas excepciones. Es normal que muchos ciudadanos de ese mundo de miseria irremediable quieran saltar las fronteras y entrar en Europa. A veces se ahogan al huir de las guerras, como en las aguas italianas. Y a veces atraviesan tranquilamente un país subvencionado por Europa, como Marruecos, para saltar las vallas de Ceuta o Melilla. A alguien le interesa echar presión sobre las fronteras españolas aunque use de palanca a seres humanos que ponen su vida en peligro. Europa se hace la estupenda pidiendo a España menos violencia fronteriza. Pero les aterroriza la inmigración ilegal. Van jodidos. Las masas de pobres son imparables. Décadas de políticas europeas e inversiones multimillonarias que sólo han servido para engordar gobiernos corruptos, van a recoger su saldo. Ya lo están recogiendo, de hecho, mientras Mohamed VI se troncha de risa a gusto en sus palacios. Como siempre.

@JLBethencourt