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Momento del revés – Por Román Delgado

   

Si los rayos de sol se mantienen vivos y calentitos hasta este domingo justo antes del ocaso, ya sé qué haré sin necesidad de rectificación in extremis, a toda prisa e involuntaria. Si esa condición no me traiciona y es verdad que ahora toca feliz tiempo fin de borrasca, yo tiraré para el lado contrario, para el otro extremo. Si el Cabildo de Tenerife al final se emborracha de apertura de carretera, facilita llegar al blanco de Las Cañadas del Teide y toda la peña tira para la cumbre como es habitual y deseado en estos casos, qué quieren que les diga: yo para la esquina que asoma en la otra punta y está bañada por el mar oceánico de este Atlántico tan presente y tan pesado en innumerables ocasiones. Si toda la tropa tinerfeña, con sus ruidos, sus suciedades (no todos, ¡la mayoría!) y sus colas, empuja para ese lugar que está algo más arriba del monte, yo a por lapas y cangrejos de mar (por cierto, ya hasta los hay en el barranco). Salvo que los rayos de sol siempre calentitos no estén por la labor y no acompañen todo el recorrido de presumible tiempo de fin de borrasca (… y para este caso he concebido un plan B, el monteverde), yo, lo que se dice yo y a los que yo arrastro, y decidido, tiramos para el risco, el acantilado, la roca basáltica con disyunción prismática y golpeo de las olas…, con marejada, mar brava, marejadilla, mar plato, mar alta o mar baja, y no hace falta añadir algo más porque a buenos lectores, los que tengo aquí, con pocas palabras basta. Así que yo iré a la nieve cuando ya no haya nieve, que la nieve de poco sirve si lo que hay es más gente que nieve en cumbres blancas un instante y luego marrones, sucias, coloreadas y violentadas por la presencia de cuarteles de desaprensivos. Sólo espero a que el Cabildo dé el pistoletazo de salida para iniciar el placer de sentirme feliz por no tener que echarme a llorar. ¿Nieve? ¡Qué coño nieve!: mucha gente hortera, palurda…, sobre todo esto, y ello sin contar las colas y los papeles y colillas que partirán como torpedos desde dentro de coches y furgonetas. Yo, mejor me voy a la roca, al risco, al agua, al charco, a la playa, a la arena, al callao, a la madre que parió… Y que nieve y nieve. Si la nieve no me pilla en la misma cumbre, en las zonas de mayor altitud, para mí no hay nieve que valga: más vale un paseo urbano o en la costa con sol que bien calienta que un trozo de nieve servida con muchedumbre cantando de esa manera. Nieve; Nieve, la novela de O. Pamuk. Esto sí que es nieve. ¡Ni de coña…! A mí no me pillan. Uno menos.
@gromandelgadog