Una pregunta con muchos interrogantes es lo que deja el anuncio realizado ayer por el presidente del Gobierno de Canarias de convocar una consulta popular sobre las prospecciones petrolÃferas autorizadas a Repsol cerca de las islas. Los periodistas asumimos -no siempre- aquella máxima de las seis cuestiones entorno a una noticia; esto es, qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué, y en el caso que nos ocupa aún hay muchas que no tienen respuesta. El qué y quién está más o menos claro, ya que Paulino Rivero ha dado un paso al frente en su postura contraria a los sondeos, tomando la iniciativa y lanzando una idea que, si bien no tiene visos de prosperar en Madrid, sà que lo deja en una posición de fuerza porque deberá ser el Gobierno central el que le diga a los canarios que no pueden expresarse sobre un asunto de tanta trascendencia o, por el contrario -serÃa una sorpresa-, permitir una consulta que podrÃa abrir un melón de consecuencias impredecibles, más allá del asunto concreto de las prospecciones, en toda España. El cómo también está por dilucidar, ya que aunque la pregunta parece que ya está formulada, el periodo de tramitación de la iniciativa, como es llevarla a debate en el Parlamento de Canarias, podrÃa cambiar su redacción, toda vez que, por ejemplo, se menciona a Repsol, cuando las prospecciones en el futuro podrÃan ser solicitadas por otras compañÃas. Cuándo se hará la consulta, si es que se llega a hacer, no es baladÃ. Los sondeos está previsto que empiecen antes del verano, por lo que llegado el momento la pregunta serÃa si los canarios quieren paralizar las prospecciones, porque es muy complicado que todo el proceso para dar vÃa libre a la consulta concluya antes de esas fechas. El dónde es obvio, pero nunca se sabe qué resultado puede arrojar la pregunta en unas islas u otras porque a nadie se le escapa que los pros y los contras a los sondeos tienen distinto peso en las islas más afectadas -Lanzarote y Fuerteventura- que en el resto. Finalmente, el por qué abre, a su vez, más incógnitas. Unos verán un movimiento propagandÃstico, otros una última bala oportuna, algunos una medida desesperada y otros una oportunidad para seguir con este debate, de cuya historia aún quedan muchos capÃtulos por escribir y preguntas a las que responder.