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Ucrania – Por Fermín Bocos

   

Pese a la tregua alcanzada en la madrugada del viernes tras la votación en el Parlamento, Ucrania se desliza por la pendiente de la violencia. Violencia policial y réplica, también violenta, de los manifestantes atrincherados en la Plaza de la Independencia de Kiev. No son cantidades homogéneas, pero entre la multitud, también hay gente armada. La protesta cívica que se inició como repudio a la decisión del presidente Yanukovich de suspender las negociaciones con la Unión Europea ha derivado en una cadena de actos violentos incontrolados. En los primeros días de las concentraciones los manifestantes se protegían de las cargas policiales tras barricadas y con defensas corporales improvisadas. Las señales de tráfico arrancadas servían de escudos; sacos terreros y bloques de hielo bloqueaban los accesos a la plaza; con botellas de vodka reconvertidas en cócteles Molotov mantenían a raya a los policías. Al tiempo que los popes de la Iglesia ortodoxa bendecían a los manifestantes y la diplomacia de la UE acreditaba su enésima irrelevancia -anunciando sanciones pueriles contra el Gobierno de Kiev-, la situación iba adquiriendo perfil propio de tragedia: disparos con fuego real y decenas de muertos. Y una novedad terrible por lo que tiene de evocación del infierno sufrido en la guerra de los Balcanes: aparición de francotiradores. La escoria de los seres humanos. Asesinos que disparan fríamente hacia la multitud. Según las crónicas de los corresponsales, este trial sangriento se inició en el bando gubernamental pero ha tenido réplica. También hay policías muertos. Otros han sido tomados como rehenes. En la zona occidental de Ucrania las autoridades de Lviv -la ciudad natal de Josep Conrad- se han declarado insumisas respecto de Kiev. En esa región han sido asaltadas algunas comisarías y tomados rehenes y armas. Armas que podrían llegar hasta el centro de Kiev. Bailan las cifras de víctimas pero no bajan del medio centenar. La mayoría manifestantes, pero también hay policías. Se dice que la extrema derecha se ha hecho con la dirección del movimiento. Los líderes de la oposición parlamentaria han perdido el control de la protesta. Es imposible predecir la deriva de los acontecimientos, pero una cosa está clara: la UE ha jugado mal sus cartas. Y la clave de fondo: Obama, parece haber desempolvado el manual de cuando la guerra fría y lleva tiempo intrigando en Ucrania buscando aislar a Rusia. Putin está decidido a impedirlo y corteja a Ucrania con la frialdad de quien sabe que si el Gobierno de Kiev tuviera que decidir entre el gas o la democracia… optaría por el gas. En origen, la revuelta era contra la corrupción y contra la oligarquía que controla el poder como en tiempos de la Unión Soviética. Ahora la protesta ha derivado en una tragedia que anuncia otras. Nada bueno. Ya vimos lo que pasó hace veinte años en los Balcanes.