Erase una vez una autonomía en la que hacía falta dinero. Se estaban creando los nuevos órganos de gobierno y aumentaba el consumo de pasta gansa por parte de la nueva clase gobernante. Y hete aquí que el Gobierno decidió establecer un impuesto especial sobre los combustibles. El consejero de Industria de aquel entonces, con muy buen criterio, decidió mandarse a mudar de vacaciones. Los responsables del Gobierno que se quedaron salieron a dar la cara explicándole a los ignorantes periodistas que aquello no era un impuesto, que no venía a quedarse, que era una medida temporal, coyuntural, que serviría de colchón para absorber los cambios en el precio del petróleo. Naturalmente mentían. El impuesto se quedó. El colchón se transformó en una figura fiscal en la que recostaron, en decúbito supino, a todos los ciudadanos de Canarias. La Unión Europea acaba de sacarle las vergüenzas al Estado español diciendo que una figura fiscal que se aplica a los combustibles, el “céntimo sanitario”, es perfectamente ilegal. Primero porque es más de un céntimo. Y segundo, porque la recaudación de este impuesto no se dedica -como se había dicho para justificarlo- a financiar la Sanidad. A pesar de la demagogia habitual, en este asunto chapotean en el mismo charco los socialistas, que con Zapatero pusieron y cobraron el impuesto, y los populares, que lo han seguido cobrando alegremente dentro de la orgía impositiva que nos ha regalado el “liberal” gobierno de Rajoy. Todos han descubierto que los impuestos indirectos son la mejor manera de sacarle la lasca a los ciudadanos. Entre otras cosas porque no se enteran de lo que están pagando. Así ocurre que en el precio de la luz el costo real de la energía apenas llega al 40% de lo que pagamos. Y que el litro de combustible está plagado de impuestos, unos especiales, otros para carreteras, otros para sanidad… Nos ordeñan a base de bien. Y cuando una medida se considera ilegal, como esta del céntimo sanitario, el que nos ha robado cientos de millones de euros va a salir del asunto sin ninguna penalización y sin devolver el dinero que nos ha expoliado durante tantos años de forma ilegítima. Todo para el pueblo, pero a costa del pueblo. Y a jamarla, pero con eme.