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el revés y el derecho>

Nunca piden nada y siempre dan – Juan Manuel Bethencourt

   

Me ha conmovido, querido Juan, ese homenaje a tu amigo Carlos Tomás, recientemente fallecido, tu auxilio de aquella noche seguramente interminable en una azotea de Los Cristianos. Es lo que lo hacen los amigos, estar cuando se les necesita. Un antiguo proverbio dice que la vida de un hombre está incompleta a menos que, o hasta que, haya probado el amor, la pobreza y la guerra. Esto en realidad lo escribió en 2004 Christopher Hitchens, acaso el mejor periodista británico de último medio siglo, y un escritor gigantesco de quien sólo tuve noticias hace poco, meses antes de su fallecimiento. Luego descubrí que habías escrito mucho y bien sobre Hitchens, aunque nunca lo habíamos comentado, y quiero añadir hoy que el incansable polemista debió incluir a la amistad como un cuarto y raro elemento capaz de definir el carácter de todo ser humano. Porque si el amor es una piedra preciosa que, cuando aparece, es necesario pulir cada día, la amistad está hecha de una aleación sutil, un metal resistente y sin embargo flexible, liviano cuando debe serlo, desprendido siempre. Puedo considerarme afortunado al respecto, y viene al caso recordarlo en un día como hoy, asociado con el jolgorio anual de nuestro Carnaval y el recuerdo de una pandilla de amigos, la mía, que entre el baloncesto y la Universidad configuró un vínculo alegre, sincero y duradero. Manuel Luis Hernández, que creo que es mi mejor amigo desde hace casi dos décadas y media, es un tipo con el que a veces hablo poco, porque la vida y las ocupaciones conducen a cada cual por vericuetos diversos. No obstante somos capaces de retomar la charla con idéntica familiaridad, pues sabemos que en cualquier caso hay que cumplir con esa sencilla estrofa de Soy un corazón tendido al sol, la maravillosa canción de Víctor Manuel: “Aunque soy un pobre diablo sé dos o tres cosas nada más; sé quiénes son amigos de verdad, nunca piden nada y siempre dan”. Un abrazo, buen amigo, y mis condolencias por esa pérdida irreparable.