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Una ciudad abandonada – Por Agustín M. González

   

No lo digo yo, que para alguno puedo ser sospechoso por el hecho -muy honroso para mí- de haber trabajado para tres alcaldes socialistas portuenses. Lo dijo la arquitecta redactora del Plan Especial del Casco de Puerto de la Cruz, y toda una autoridad en la materia, María Luisa Cerrillos. Esta prestigiosa técnica afirmó días atrás en declaraciones a la corresponsal de DIARIO DE AVISOS en el Norte de Tenerife, Gabriela Gulesserian, que “Puerto de la Cruz es una ciudad abandonada”. Lo dijo Cerrillos, sobre todo, por el hecho incomprensible y lamentable de que el Plan Especial del Casco, a pesar de estar aprobado desde 2009, no se haya desarrollado por falta de voluntad política. Y ahora resulta que, sin haber entrado en vigor, necesita ser revisado por los cambios que lógicamente ha sufrido la ciudad turística en estos cinco años. Al no existir un instrumento de gestión, intervenir en el casco histórico portuense “es un verdadero calvario, porque no hay reglas de juego claras, ni trasparencia para los vecinos”, según afirma la reputada arquitecta.

Como portuense me producen una gran preocupación sus contundentes afirmaciones, porque vienen a ser una muestra más de que la ciudad turística es un barco a la deriva por la falta de capacidad e iniciativa de sus gobernantes, a los que ni siquiera el apoyo incondicional del Cabildo les logra enmendar la plana. El Puerto está verdaderamente abandonado, estancado, dejado de la mano de Dios. Otro buen y triste ejemplo es el vergonzoso y esperpéntico asunto de las restricciones en el suministro público de agua, que desde hace dos meses padecen más de 14.000 vecinos por un problema de turbidez y mala calidad que ni la empresa concesionaria del servicio -Aqualia- ni el Gobierno municipal han sabido solucionar todavía, con una falta de información y de atención indignantes hacia los afectados, que hartos han tenido que organizarse en una plataforma e iniciar protestas. También han empezado a movilizarse los que defienden el valor tradicional del muro del paseo de San Telmo e intentan evitar su innecesario derribo, y los que están en contra de la privatización del emblemático Lago de Martiánez. Cada vez son más los portuenses indignados por tener que vivir en una ciudad abandonada.