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Llámalo deflación – Por María Fresno

   

La deflación, al contrario que la inflación, es la bajada generalizada y prolongada del nivel de precios de bienes y servicios, es decir, de aquellos productos que conforman el círculo familiar (vestidos, calzados, bebidas alcohólicas, tabaco, enseñanza, medicina, vivienda, ocio, transporte…). En un principio, una bajada en los precios no tiene porqué ser una mala noticia. Todo lo contrario. Lo que ocurre es que, normalmente, la deflación suele responder a una caída en la demanda, es decir, a un consumo menor. Todo esto puede parecer muy engorroso, pero al final es muy sencillo: no suben los precios, no hay inflación, no hay consumo, no hay beneficios y como consecuencia no hay empleo y por tanto no hay recuperación económica. Se puede llamar deflación o desastre económico, pero ya no solo los empresarios han advertido del peligro de que esta situación continúe sin que se adopte ninguna medida, sino el Fondo Monetario Internacional también ha tirado de las orejas al Gobierno español porque es, actualmente, el país con más posibilidades de caer en este limbo económico que el ministro de Economía, Luis de Guindos, se empeña en negar. Con precios bajando de forma generalizada, la demanda seguirá disminuyendo, porque la tendencia del consumidor es a retrasar la compra por si el precio sigue bajando. Con la inflación, ocurre todo lo contrario, como los precios suben, el consumidor compra antes de que se encarezcan más. Para atajar esta situación solo cabe bajar los tipos de interés, devaluar la moneda o emprender una buena política fiscal que modere la bajada de precios. Si bien es cierto que la contención es positiva porque las familias no pierden poder adquisitivo, un escenario continuo de bajadas, como el canario con seis meses consecutivos, frena la recuperación económica, esa recuperación que el Gobierno, nacional y regional, se empeñan en titular en los medios de comunicación y que las familias no terminan de percibir. El camino siempre es el mismo: no subir los impuestos y abrir el crédito en condiciones aceptables para que se creen más empresas y, por tanto, haya más empleo que reactive el consumo. Si continúa la presión fiscal sobre las empresas y las familias. Si resulta imposible acceder a una línea de crédito para crear una empresa o si continúan crujiendo al sector privado, único generador de empleo, los precios seguirán en caída libre y sin freno. Si esto no se entiende, lo único que nos queda es resguardarnos para capear el temporal que nos viene.

@MariaFresno72