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El PSC-PSOE agudiza su crisis en vísperas electorales – Por Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca

   

Sea por la falta de liderazgo de su secretario general, José Miguel Pérez, sea por circunstancias sobrevenidas o por mera coincidencia, de nuevo el PSC-PSOE parece abierto en canal tras las crisis desatada esta semana en La Palma y La Gomera. Las nuevas dificultades que afrontan los socialistas se suman a las que meses atrás surgieron en El Hierro y Tenerife, por no hablar de los rescoldos aún existentes en Gran Canaria. Todo lo cual crea un verdadero rompecabezas a la dirección, ya que no se trata de meras “discrepancias internas”, sino de un mar de fondo que amenaza con hacer saltar por los aires el entramado de la organización. Para Pérez debe ser muy difícil el ejercicio del liderazgo político, entre otras cosas porque accedió a la secretaría general con apenas el 54% de los votos del congreso; su autoridad nació debilitada y así continúa desde marzo de 2010, sin que hayan fructificado los intentos de allanar el camino mediante compromisos que permitan integrar las distintas sensibilidades insulares y locales. El propio carácter de Pérez, que huye de la proyección pública y se siente más profesoral que hombre de partido, y sus dificultades para conectar con las organizaciones insulares y dinamizar la vida interna del PSC, han influido en su debilitamiento progresivo.

Casimiro es La Gomera

El caso de la isla colombina tiene mucho que ver, no obstante, con el peculiar carácter de Casimiro Curbelo, un dirigente político que durante 30 años ha sido todo en su isla natal -durante seis legislaturas presidente del cabildo, durante más de cuatro senador, durante dos diputado regional y durante una alcalde de la capital gomera, además de secretario general insular durante tres decenios-. Desde mediados de los 80, decir La Gomera es decir Curbelo, gran cacique de la isla, el hombre que todo lo puede y que manda de verdad, además de recibir en cada elección mayoritarias cosechas de votos. Con una política social paternalista y populista -que abarca desde textos gratuitos para los estudiantes a entierros a coste cero para los gomeros que mueran fuera de la isla-, y convertido desde la corporación insular en el principal empleador, en La Gomera no se mueve una piedra sin que lo sepa -y, en su caso, lo autorice- este veterano político, que se hizo con el control del socialismo insular el año 82. Con una concepción personalista del poder, durante un cuarto de siglo Curbelo ha llevado al PSC-PSOE gomero con mano de hierro, evitando debates de fondo que pudieran cuestionar su proceder e imponiendo su voluntad allí donde conviniera, incluso a alcaldes y concejales. Ha bastado que, con este clima de fondo bien conocido por la ejecutiva regional, Curbelo insinuara su deseo de abandonar las responsabilidades orgánicas en el partido, y diera a entender que podría dejar su eventual continuidad en el cabildo a cambio de encabezar la lista insular al parlamento, para que se desataran los nervios entre la dirigencia socialista, hastiada del ninguneo sistemático a que es sometida por su líder y del pasotismo de Pérez.
En este contexto hay que situar la rueda de prensa-denuncia de los alcaldes socialistas, cansados como digo de la falta de vida interna del partido y del autoritarismo de un Curbelo crecido, pese a algunos viejos asuntos pendientes de clarificación judicial. Así las cosas, el secretario general está al borde de quedar en minoría en la ejecutiva insular. De no ganar para su causa la voluntad de un par de militantes, esta situación inevitablemente llevaría al alumbramiento de una gestora insular. Pero, la influencia del presidente del cabildo será decisiva a la hora de la verdad, ya que dos de los doce miembros de la ejecutiva que pueden inclinar la balanza contra Curbelo trabajan para la corporación insular. Sin embargo, los pesos pesados del partido, con el alcalde de la capital, Ángel Luis Castilla, a la cabeza, siguen con sus críticas hacia el personalismo desmedido del líder insular. Éste tiene bien cubiertas las espaldas y hasta ha preparado un partido (la Agrupación Socialista Gomera), registrado en 2011 por personas de su confianza, para el supuesto de que tuviera que jugar por libre en las próximas elecciones locales y autonómicas.

El caso de La Palma

Pero el caso gomero nada tiene que ver con el de la isla bonita, donde la torpeza del PSOE federal y el autonómico queda de manifiesto con repasar lo ocurrido en el socialismo palmero, condenado durante casi 20 años a medrar a la sombra de API primero y de CC después. El haber compartido tantos años de oposición a los nacionalistas, que durante más de dos décadas han ostentado prácticamente todo el poder de la isla y han ninguneado a PP y PSC, ha contribuido al fortalecimiento y unión de éstos y a que al comienzo de la presente legislatura suscribieran una decena de pactos en 9 de los 14 municipios de la isla. Algunos de estos acuerdos estaban casi firmados al día siguiente de las elecciones, a la vista de los personalismos, las singularidades y los pleitos isleños en los que frecuentemente se visualizan las dificultades de los pactos en cascada que suelen imponer los dirigentes regionales de los partidos cada vez que alcanzan una colaboración para el gobierno autonómico. De ahí derivan todos los problemas del socialismo palmero, al que se impuso el pacto del cabildo a sabiendas de que militantes y dirigentes de la isla preferían los compromisos con el PP. La torpeza y precipitación de API, por cuestiones menores, al retirar sus competencias a los consejeros insulares del PSC-PSOE, dejó en minoría a la presidenta Guadalupe González Taño, y a punto de fenecer el pacto insular con ella suscrito. La ocasión la pintan calva, debieron pensar los dirigentes populares, que ofrecieron la presidencia del cabildo a Anselmo Pestana. Este, tras consultar a las agrupaciones locales palmeras, dijo sí y abrió una crisis que a punto estuvo de acabar con el pacto regional.

La firmeza de los dirigentes del PSC-PSOE palmero, que no obstante facilitaron una moción de censura en Los Llanos de Aridane para expulsar de la alcaldía a la inquilina del PP y sustituirla por la candidata de CC, les llevó a un serio enfrentamiento con los comités regional y federal, que finalmente decidieron la expulsión de los seis consejeros que votaron la moción de censura contra la presidenta de la corporación insular. Tras no pocos dimes y diretes ante los tribunales y en negociaciones con los dirigentes del PSOE, la realidad es que la moción de censura recibió los apoyos jurídicos de la autoridad judicial, ante la solicitud de nacionalistas y socialistas de que fuera considerada nula porque los seis consejeros del PSC que la votaron ya habían sido expulsados del partido cuando lo hicieron. El conflicto político ha acabado con la expulsión del partido de los consejeros rebeldes.

De nada sirvieron los viajes a Madrid de Anselmo Pestaña o los que hizo a Canarias Gaspar Zarrías, secretario de política municipal del comité federal. Esta semana quedó claro que la gestora creada por el partido en La Palma, que preside un bienintencionado Manuel Marcos Pérez, se halla en absoluta minoría y que la práctica totalidad de los comités locales, salvo el de Los Llanos, apoyan a Pestana. Seis de esos comités boicotearon la reunión que el mismo Zarrías había preparado el pasado jueves, lo que fue suficiente para desconvocar otra prevista con el resto de dirigentes insulares del PSC. Aunque no pertenezca ya al PSOE, Pestaña es virtualmente el nuevo líder del socialismo palmero. En Madrid querían su dimisión para que CC retomara el mando en el cabildo y se han encontrado con un no rotundo que estaba cantado y que además rompe en pedazos el partido, sin que a estas alturas se vislumbre ninguna solución. Con autoridad e imaginación, este conflicto debería haberse resuelto en Canarias, sin intervención de los órganos federales del partido. Y no sólo no ha sido posible sino que se ha generado un problema aún mayor, en vísperas electorales y de preparación de las primarias socialistas, que una buena parte de la militancia ve con temor y preocupación porque hoy por hoy es impredecible dónde puede terminar un PSOE canario que se presenta ante la sociedad sin liderazgo, rumbo ni políticas claras capaces de ocupar el amplio espacio que por historia y tradición debería corresponderle.