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Quince años de cárcel por los abusos diarios a su hija durante año y medio

   

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Un varón natural de Gran Canaria ha sido recientemente condenado a una pena de 15 años de prisión como responsable de un delito de agresión sexual en la persona de su propia hija, tal y como se recoge en una sentencia de la Audiencia provincial de Santa Cruz de Tenerife contra la que cabe recurso.

En dicha sentencia se considera como probado que el acusado abusó sexualmente de la niña durante el año y medio transcurrido desde finales de 2011 a junio del año pasado.

Los hechos encuentran su origen en la muerte de la madre de esta menor de edad, que entonces no había cumplido los 13 años y decidió trasladarse al municipio tinerfeño de El Rosario para vivir con su padre.

Prácticamente desde el primer día -según detalla el documento judicial-, la pequeña fue golpeada y muy pronto comenzaron los abusos que llegaron a producirse, según apuntó la víctima en el juicio, “cuando le daba la gana” o, incluso, dos veces al día.

Los puños y el cinto pasaron a ser algo cotidiano para la niña, a la que su padre agarraba por el cuello para impedir que se resistiera a sus prácticas libidinosas, de las que se omiten detalles.

Como suele ocurrir en estos casos fue la intervención de la familia de la pequeña, con la que el padre intentaba que su hija rompiera lazos, lo que alertó a la Guardia Civil de lo que ocurría. Incluso, la mañana en que fueron a la vivienda para indagar si la denuncia presentada por una hermana de la niña era verosímil ya encontraron a ésta con señales de haber sufrido violencia.

Posteriormente, una forense reflejó que la pequeña presentaba heridas propias de este tipo de abusos, tal y como declaró durante el juicio. Para la magistrada ponente, tanto la declaración de la niña como las pruebas forenses son suficientes para quebrar el principio de la presunción de inocencia. A este respecto cabe destacar que la víctima no varió su relato desde que declaró ante la Guardia Civil cuando fue liberada, manteniéndose fiel al mismo tanto durante la instrucción como en la propia vista oral.

Al ahora condenado también se le pena con indemnizar con 60.000 euros a su hija, además de la suma en que finalmente se valore como coste de su recuperación durante la ejecución de la sentencia.