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Renovables o gas – Por Pedro Fernández Arcila

   

Mientras el presidente del Gobierno de Canarias mantiene al alza el ranking mundial de ruedas de prensa contra el petróleo, elabora, de manera sigilosa, unas directrices de ordenación que son un canto al gas, energía fósil y contaminante como el petróleo, y a la pervivencia de un ciclo combinado (gas y petróleo) que nos alejará de un objetivo básico en materia de sostenibilidad: lograr mayor soberanía energética mediante la introducción de la energía propia, la que proviene del sol y el viento. Es fundamental decir, de manera muy clara, que la introducción de gas natural licuado es una propuesta que impedirá el desarrollo de las energías renovables en Canarias.
La prueba está en lo que ha ocurrido en la Península, donde las compañías eléctricas están librando una batalla contra las renovables. Esta guerra la iniciaron cuando el oligopolio energético comprueba que la implantación de las energías limpias y autóctonas que incluso logran, durante algunas semanas, ser mayoritarias (más del 50%) en lo que se refiere a aporte energético a la red, mientras que los ciclos combinados que operan con gas funcionaron de media al 11% de su capacidad. Esta situación es lo que explica que las multinacionales de la electricidad obligaran al ministro Soria a aprobar normas para limitar, o más bien, liquidar las renovables en España.
Si esto ocurre allende los mares, en Canarias, las compañías eléctricas se han anticipado al desarrollo de las renovables y le han dado instrucciones al Ministerio de Industria que ha establecido una cuota de generación eléctrica para garantizar la rentabilidad de las centrales de ciclo combinado de Tenerife y Gran Canaria, lo que supone, de facto, un golpe definitivo al desarrollo de las renovables en Canarias.

Menos mal que el debate sobre la soberanía energética se abre paso en nuestra tierra gracias al empeño de muchas personas que conforman la Plataforma por un nuevo modelo energético. En su último comunicado ha puesto “los puntos sobre las íes” cuando afirma que “la introducción del gas natural licuado y el desarrollo de las energías renovables no son dos iniciativas complementarias entre sí, ni neutrales la una respecto de la otra. Más bien son antagónicas”.