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el revés y el derecho>

El naufragio del casino – Juan Manuel Bethencourt

   

Canta la fanfarria política que la crisis ha terminado y que, gracias a las curas de caballo implementadas en 2012 y 2013, se pudo evitar el rescate de España y, eventualmente, un sacrificio aún mayor. Este, querido Juan, es un ardid tan viejo como el tiempo: la amenaza de un dolor superior es un poderoso incentivo para tolerar el sufrimiento presente. Es cierto que España, en su conjunto, no fue rescatada; lo fue su sistema financiero, drogado por los excesos que todos contemplamos y nadie frenó, y la factura ha salido por 40.000 millones de euros que en efecto puso Europa, pero a préstamo que pagarán no los propios bancos salvados del naufragio, sino todos los españoles a tocateja y con el correspondiente tipo de interés. De modo que al final fueron los propios españoles los que rescataron a su aristocracia económica, a los poderosos que dirigen las grandes corporaciones, y todo ello sin que se haya producido una mínima autocrítica desde las altas esferas. El resultado de todo ello es la consolidación de la teoría del riesgo moral: si estoy en lo más granado del casino financiero y me lo juego todo, lo hago en la certeza de que alguien vendrá a auxiliarme para evitar la caída, de modo que arriesgo una y otra vez, porque si gano soy un genio y si pierdo sólo soy otro banquero rescatado por los sufridos contribuyentes. España es, hoy, el país del primer mundo que muestra un mayor crecimiento de la desigualdad, lo cual supone la quiebra del papel redistribuidor, no de dinero sino de oportunidades, que se supone en la base del Estado Social de Derecho y de la democracia misma. Un economista francés teoriza sobre ello en un libro que bate récords de venta en su versión inglesa. Ese economista es Thomas Piketty, y el ensayo se titula El capital en el siglo XXI. Creo que se trata de una lectura recomendable, como lo es ese anunciado nuevo libro de Juan Ignacio Crespo, ciertamente un analista económico brillante, en el que describe el mundo excesivo de nuestras fenecidas cajas de ahorros.