X
tribuna>

Retos del turismo – Por Antonio Pastor

   

Alguien dijo alguna vez: hablar hoy del turismo, es hablar del pasado. Y a pesar de que alguien sigue pensando que el low cost es un mal necesario, el low cost ha muerto. Ahora está el cliente que decide y toma en la red el precio que más le conviene. Una de las exigencias tan manida en estos tiempos tiene que ver con la elasticidad de la demanda turística respecto al precio. Los análisis de la demanda se hacían sobre mercados concretos, dándonos idea de su movimiento y futura reacción ante la variación, de la otra variable. Pero pocas veces nos hemos centrado en la oferta, la mejora permanente de la misma y la satisfacción que genera en el viajero, o cliente. Y en ocasiones, basándonos más en la inexperiencia en marketing relacional, anteponemos nuestro criterio de falso experto, aseverando que nuestras ideas de mejora y decisiones que implementamos, son las correctas. Olvidamos que estamos en un mundo de sensaciones vacacionales, donde se percibe que es lo caro y lo barato. La decisión depende más de cada cliente en particular que de nuestras genialidades. Nuestro producto, al llegar a un estado de madurez, entra en concurrencia con otros destinos similares que cubren su misma función, y cuyos precios pueden señalar diferencias notorias que al final determinan su elección o compra, en contra de unos y a favor de otros. La rentabilidad en las empresas de servicios, y esto no es nuevo, pasa por tener claro quién es mi cliente, qué necesita y que le podemos dar. Quizás bajando los costes, ya que al caer las ventas el precio ha de ser menor. Ser más eficiente, invirtiendo en tecnología, pues ya somos eficaces. Eso si, seguir manteniendo la calidad en el servicio. Quien no haya entrado en la implementación de las nuevas tecnologías, en general, se quedará en la cuneta, decía recientemente un empresario. Venderemos más a nuestros clientes, cuando le ofrezcamos valor añadido, mejor servicio, renovación, inversión, reinventar determinados productos, renovar el hotel, etc. Y ahora es el momento de subir los precios puesto que el cliente estará dispuesto a pagar un poco más. Pero surge la tormenta. Siendo de interés público el alquiler de viviendas vacacionales en sustitución del hotel, los hoteleros españoles están en pie de guerra. Denuncian la existencia de unas doscientas mil viviendas en alquiler en el mercado, no reguladas. Un sector de clientes elijen las viviendas de alquiler de uso turístico, especialmente las familias. Regularlas es la mejor solución para todos. La acción más viable: Controlar a las plataformas web, al propietario de la vivienda y al cliente, obligándoles a que se regularicen, implicando a los ayuntamientos como un control más, ya que obtendrían nuevos ingresos en multas, de los propietarios infractores, con otras vías de apoyo. Si nos remontamos a 1984, ésta fórmula ya existía en Costa del Silencio, entre otras zonas. En especial en un complejo turístico con 1.750 apartamentos, convertido hoy, tras algunas crisis, en viviendas de renta urbana, con embellecimiento e infraestructuras, en su entorno, a costa de los contribuyentes.