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Un rey unido al deporte y a los deportistas

   
Don Felipe actuó de abanderado en la ceremonia  de inauguración de Barcelona 92. / DA

Don Felipe actuó de abanderado en la ceremonia de inauguración de Barcelona 92. / DA

MARTÍN TRAVIESO | Santa Cruz de Tenerife

Resulta incuestionable la vinculación que siempre ha tenido Felipe VI con el mundo del deporte. Amante de todas las disciplinas, pero en especial de las relacionadas con el mar, del esquí y del squash, el nuevo rey de España fue el abanderado del país en los Juegos de Barcelona en 1992.

Una de las imágenes de la historia nacional es la de don Felipe el 25 de julio de aquel año al frente del equipo español en el estadio de Montjuic durante la inauguración de Barcelona 92, mientras su hermana, la infanta Elena, no podía contener la emoción.

En esos juegos participó en las competiciones de vela, logrando un diploma olímpico por el sexto puesto que ocupó en la clase Soling en los únicos Juegos celebrados hasta ahora en España. Participó a bordo del yate Aifos (Sofía al revés), aunque también es un consumado experto en las clases Optimist, 420, 470 y Crucero. Sus compañeros de tripulación en la cita de la Ciudad Condal fueron Fernando León y Alfredo Vázquez.

En 1989 su embarcación quedó primera en el campeonato de España en la clase Soling, lo mismo ocurrió en 1990, al igual que en la Copa España; ese mismo año quedó quinto en el campeonato del mundo. En 1991 volvió a triunfar en el quinto Campeonato de España y quedó cuarto en el mundial Match Race.
Esas clasificaciones en el Campeonato Mundial le permitieron estar presente en Barcelona como integrante del equipo olímpico español, para el que fue seleccionado el 27 de enero de 1992. Su embarcación consiguió el 15 de marzo de 1992 la victoria en la Copa de España de Vela de clases olímpicas, con lo que se aseguró su clasificación para los Juegos Olímpicos.

Llegó a la Villa Olímpica el 12 de julio, convirtiéndose en el primer deportista español acreditado en la residencia olímpica.
A la conclusión de Barcelona 92, el entonces príncipe manifestó: “Han sido los mejores Juegos y no solo en vela, sino en todo el deporte olímpico”.
Don Felipe ya vivió la experiencia olímpica como espectador en los Juegos de Seúl en 1988, donde compitió su hermana Cristina y donde el 24 de septiembre de aquel año presenció la prueba reina de atletismo con la victoria en la final de 100 metros del canadiense Ben Johnson, después descalificado por dopaje.
Otra de las virtudes de don Felipe es la gran relación que siempre ha tenido con los deportistas, a los que ha acompañado en numerosas competiciones.
Eventos en los que se le ha visto al lado de los competidores españoles y estrecharles la mano, ya sea para consolarlos en la amargura de la derrota, o para felicitarlos tras la consecución de una gesta deportiva.
El fútbol, otra pasión
Además de su vinculación olímpica, don Felipe es un acérrimo simpatizante en fútbol del Atlético de Madrid, circunstancia que choca con la pasión que siente su padre por el Real Madrid CF. El Atlético, en 2003, le nombró presidente de honor del Centenario. Con este motivo, el príncipe de Asturias recibió el 17 de diciembre de 2003 a una delegación colchonera, encabezada por su entonces presidente, Jesús Gil, fallecido en mayo de 2004. En aquella audiencia, Gil entregó al entonces príncipe unos patucos y un gorrito de bebé con los colores rojiblancos y una camiseta del equipo con el nombre de Letizia Ortiz en el dorso.
Don Felipe también estuvo presente, junto a la ahora reina Letizia, en los últimos éxitos logrados por la selección española de fútbol, comandada primero por el ya desaparecido Luis Aragonés y luego por Vicente del Bosque. Fue un espectador de lujo en la final del Mundial de Sudáfrica 2010, en la que el combinado español logró su única, hasta ahora, Copa del Mundo. Festejó el título con los jugadores en el vestuario y calificó de “bendición” el gol de Iniesta ante Holanda. Tampoco se perdió la final de la Eurocopa 2012 frente a Italia en Kiev, donde elogió a “una generación de lujo”.
Tradición
La figura del príncipe continúa la tradicional relación de la familia real con la práctica deportiva, que comenzó con la participación de su padre, Juan Carlos I, en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, donde compitió en la clase Dragón de Vela. Casado desde 1962 con Sofía y entonces todavía príncipe, terminando, junto a sus amigos Félix Gancedo y Gonzalo Fernández de Córdoba, en la misma clase Dragón, en decimoquinta posición. Mientras, la reina Sofía participó como suplente en este mismo deporte en representación de Grecia, su país natal, junto con su hermano Constantino en los Juegos de Roma.

Implicado en la candidatura de Madrid

-Felipe VI se ha volcado de manera entusiasta en lograr que la candidatura olímpica de Madrid 2020 resultase elegida, para lo que primero se trasladó a Buenos Aires para participar en su presentación el 7 de septiembre de 2013. Allí, ante la Asamblea del COI, don Felipe aseguró que Madrid es “un socio confiable y con experiencia”. “Hoy no me dirijo a ustedes como Príncipe de España. Soy participante olímpico y orgulloso padre de dos niñas que al igual que millones de niños esperan un futuro más brillante. Toda España quiere los Juegos. Ahora más que nunca Madrid tiene sentido”, afirmó antes de que el COI eligiese a Tokio como organizador de una cita que también quería Estambul. Después de la derrota, la tercera consecutiva de Madrid, el príncipe estuvo al lado de los miembros de la candidatura, a los que animó a encajar el golpe y a seguir trabajando por el deporte español. Esa voluntad y la aspiración olímpica de que España albergue otra vez unos Juegos, volvieron a estar presentes en su intervención en la última gala del Comité Olímpico Español (COE), el 18 de diciembre de 2013 y en presencia del nuevo presidente del COI, el alemán Thomas Bach, cuando recibió la Orden Olímpica de Oro. “No desfallecemos en nuestra determinación de continuar haciendo las cosas cada vez mejor. Mantener el nivel de excelencia del deporte español es un reto difícil que asumimos con voluntad y con los mismos principios; como deportistas, como olímpicos y como españoles, trabajaremos en todo momento para conservar y acrecentar los éxitos que, juntos, hemos conseguido”, afirmó. También la caza fue una de las aficiones iniciales del príncipe Felipe en su juventud. Sin embargo, poco a poco fue abandonando este deporte. A Felipe VI también le apasionan los coches. De pequeño le fascinaban los karts y por eso, al cumplir 18 años, su padre le regaló un Seat Ibiza preparado para rallies.