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‘Intervenidita’ – Por José David Santos

   

Las palabras, esas perras negras, como las definía Cortázar en uno de los capítulos de Rayuela, tienen la capacidad, a veces, de dar sentido a aquello que, en principio, no lo tiene; o, todo lo contario, convertir una acción en un sinsentido al definirla mediante el verbo. De ahí que la dialéctica sea fundamental en ocasiones para matizar y argumentar lo que la llana retórica de un discurso no puede. En la edición de ayer todos los periódicos de la Isla citamos la “intervención de Emmasa”, bien es cierto que nuestra cabecera matizaba que lo que se intervenían eran “los servicios de Emmasa”, tal y como lo comunicó el Ayuntamiento, o más bien la Junta de Gobierno con el alcalde a la cabeza. Y es ahí, con el vocablo, donde nos la han tratado de colar. Ante la falta de dialéctica -aún estamos algunos en diatribas sobre qué es exactamente lo que aprobó ayer el Gobierno municipal- se tiró de unos términos que sonaban a acción intrépida y golpe de timón con mar gruesa a la situación de la empresa que gestiona el servicio de agua en la capital tinerfeña. Pero Emmasa no está intervenida; ni secuestrada; ni se ha expropiado nada; ni siquiera se ha rescindido un contrato; o se ha anulado un proceso de adjudicación o compraventa; nada, o poco. De hecho, hasta dentro de dos meses y medio, al parecer, no se sabrá si les asiste la razón a los servicios jurídicos del Consistorio que han asesorado y recomendado que se tome la medida. Si intervenir se refiere a, tal y como indica el DRAE en una de sus acepciones: “Dicho de una autoridad: Dirigir, limitar o suspender el libre ejercicio de actividades o funciones”, lo cierto es que Emmasa está… intervenidita, así, como sin querer, porque, al fin y al cabo, el límite que se pone para la labor fiscalizadora (¿?) de los funcionarios municipales que velarán ahora porque todo sea inodoro, incoloro e insípido en Emmasa será de seis meses (como hasta mayo de 2015 más o menos si se cumplen los plazos). Con todo, desde dentro de la empresa poco se sabe porque, como suele ser lo más cabal en estos casos, se enteraron a través de los medios de comunicación (y el Twitter del alcalde) de que estaban interveniditos. No pretendo teñir de burla lo acontecido, pero como en esa maravillosa obra teatral de Miguel Mihura, El caso de la mujer asesinadita, a veces reír es lo mejor ante lo más serio porque, puestos a representar comedias, nada como los enredos y el absurdo.

@DavidSantos74