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Jorge Víctor Sueiro – Por Luis Ortega

   

De secular arraigo en la región galaico-lusitana, el culto al más allá sigue el rito de invitar a las ánimas familiares a las marchas pías de San André de Cabotade. Así se brinda a las espíritus la ocasión de “pagar votos pendientes y abreviar el paso por el Purgatorio” y se relaciona, además, con la romería de los cadaleitos que, cada 29 de julio, desde hace más de cinco siglos, discurre en el pueblo pontevedrés de As Neves, en la frontera de Portugal. La conocí con Jorge Víctor Sueiro (1929-1991), humanista, gastrónomo, prosista suntuoso, viajero y compañero de TVE, que me enseñó a entender y querer a Galicia. Por una columna sobre el mágico Teixido, otro amigo me refresca la memoria con un documental donde la multitud aguarda la explosión de los cohetes lanzados por el sacristán Avelino Faro, que marcan el final de la misa y el arranque de la procesión de Santa Marta de Betania, hermana de María y de Lázaro, para el que pidió la resurrección a Jesús de Nazareth y éste atendió su súplica. Patrona de Ribarteme, cuya existencia avalaron los evangelistas Lucas y Juan, tiene allí poder sobre la muerte e infinitos recursos para la sanación, que los fieles creen a pies juntillas. Flanqueada por la Virxe do Carmo y San Bieto (San Benito de Nursia, fundador de los benedictinos) los tres pasos son seguidos por ataúdes, cargados por deudos y conocidos, donde supervivientes de enfermedades graves y, en algún caso, allegados de la máxima confianza que los representan, recuerdan y agradecen la curación; junto a los féretros, otros penitentes cubiertos con mortajas blancas, vara y cirio encendido, muestran también su reconocimiento por la desaparición de sus males.

Acompañado por el repique de las campanas, el cortejo da vueltas en torno a la parroquia de San José y el camposanto, mientras sus participantes repiten esta salmodia: “Virxen Santa Marta: estrela do norte, traemos-che os que viron a morte”. En 1700 se firmó un acta para la restauración del templo con las cuantiosas limosnas de los fieles de la amiga del Nazareno, anfitriona de sus visitas, y una de las tres piadosas mujeres que lo siguieron por la Vía Dolorosa, lo vieron expirar en el Gólgota y, al tercer día, cuando acudieron para ungir con mirra y aloe el cadáver, hallaron la tumba vacía. El recorrido de santidad lo inició después de la Resurrección, cuando huyó de Jerusalem por la persecución romana. La Leyenda Aurea la situó en Marsella, donde reanimó a un ahogado y, desde entonces figura como abogada de moribundos y gentes en riesgo