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Mercedes Afonso: “Me resisto a vivir en un mundo sin esperanza”

   
 

 

Por Benjamín Reyes

Elsa López, Maribel Nazco, Ima Galguén o Mercedes Afonso demuestran que La Palma es una tierra fecunda en creadoras. Literatura, artes  plásticas, música o creación audiovisual ningún terreno parece resistírseles. El cine de Mercedes Afonso (El Paso, 1971) se caracteriza por su sensibilidad a flor de piel. En 2004 crea su propia productora, Lunática Producciones, paraguas bajo el cual rueda un nutrido grupo de cortometrajes, documentales y el largometraje El amor se mueve (2008). El Festival Tiempo Sur le acaba de dedicar una retrospectiva. Junto al director senegalés Keba Danso está “cocinando” el festival Africanaria, que busca tender puentes entre los creadores de África y Canarias a través de la música y el cine.

-¿Por qué dirige películas Mercedes Afonso?

“Porque amo el cine. Necesito contar historias para comunicarme. Crecí viendo cine y siempre albergué el sueño de que algún día sería yo la que contase esas historias para poder emocionar a los demás. Necesito hacer cine, casi como respirar. No puede transcurrir mucho tiempo sin rodar”.

-Estudió Dirección Cinematográfica y Guión de Cine y Televisión en la Escuela Septima Ars en Madrid. ¿El cine se aprende en las escuelas de cine o en los rodajes?

“El cine se aprende rodando. Es importante tener una formación, conocer las herramientas, para poder hacerlo mejor en el rodaje. Es en ese momento cuando tienes que demostrarlo t odo. No solo si posees conocimientos técnicos sino el carácter para llevar todo ese peso contigo”.

-Dirigió el Área Cinematográfica de la Escuela Canaria de Artes Creativas Eduardo Westerdahl de La Laguna, durante los cuatro años que permaneció activa. ¿Cómo recuerda aquella experiencia?

“Fue una experiencia muy interesante junto a José Luis Rivero. Siempre me ha gustado compartir los conocimientos que he ido adquiriendo. Cuando estudié Historia del Arte en la Universidad de La Laguna era muy difícil acceder a un taller de cine. Después, en 2008, fundamos en La Palma La Escuela Encantada, que permaneció abierta hasta septiembre 2013. Ahora la estamos reconvirtiendo en albergue cultural, en el que seguiremos impartiendo talleres”.

-Desde su primer trabajo, Siempre (1997), se detecta la preferencia por historias pequeñas, emotivas e intimistas. ¿Es algo intencionado?

“Sí, me gusta hablar de los seres humanos y de nuestros sentimientos: el amor, el miedo o la preocupación por el paso del tiempo. Creo que son temas universales y le
pueden llegar a mucha gente, de sitios muy diversos”.

-En La tierra desde la luna (2000) reescribió cuatro veces el  guión. ¿Suele reescribir sus guiones?

“Sí, es un proceso habitual. Creo que todos los guionistas lo hacemos porque queremos mejorar la historia. Siempre escribo una versión, la dejo reposar y vuelvo otra vez a ella. Entonces ves con claridad lo que puedes mejorar”.

-Muchos de sus trabajos están rodados en La Palma. ¿Qué influjo tiene la Isla Bonita en sus creaciones?

“Nací y vivo en La Palma, aunque he estado mucho tiempo fuera. Es una isla que tiene una energía especial. Es una isla mágica, que tiene un paisaje muy poderoso. La tranquilidad de la isla viene muy bien para los rodajes. Siempre me ha dado mucha fuerza y energía rodar en La  Palma, aunque no descarto rodar fuera. No me pongo límites. Ahora lo que quiero es ir a rodar África. Nos llegan muchas historias tergiversadas y me gustaría contarlas en primera persona”.

-El mensaje de El amor se mueve (2008) es que amor mueve el mundo, pero, a veces tiene un reverso tenebroso.

“El desamor es muy doloroso. He vivido fuertes desamores. Conozco el otro lado, pero como soy una persona optimista, quiero mirar el lado positivo. El amor tiene un poder increíble. Creo que el camino es dejarse llevar por el corazón y por el espíritu”.

-¿Cómo se consigue la intimidad que transmite el cortometraje La vida en las manos (2012)?

“Con un equipo mínimo, con la cercanía que tengo con Naira Gómez e Iriome del Toro. Todos los miembros de ese equipo somos amigos. Eso le confiere un toque de intimidad, que se percibe cuando una cámara graba. Para este trabajo pedí mucho silencio. No hicimos muchas tomas, solo una o dos. No quería forzar nada. Nunca quiero hacer muchas tomas”.

-¿Naira Gómez es su álter ego?

“En La vida en las manos sí lo fue. Ese cortometraje solo lo podía hacer ella. Naira y yo somos grandes amigas. Hemos compartidos momentos muy duros, que nos han unido muchísimo más”.

-¿El uso de desenfoques en La vida en las manos es metafórico? Es como si el personaje de Marie se difuminara.

“Me gusta emplear ese recurso en los personajes porque hablo de personas que están buscando un camino. Los desenfoques sugieren que el personaje está perdido y que se está buscando, se está enfocando”.       

-Ha grabado varios documentales de encargo como Las huellas del volcán de San Juan (1999) o Una vida en las Manchas (2004). ¿Cómo  afronta estos trabajos de encargo?

“Intento darle un toque personal a todo lo que llegue a mis manos. Quiero hacer el proyecto mío. Intento, en todo lo que hago, ofrecer una mirada personal. Me propongo aprender a nivel personal, ya que siempre hay una labor previa de documentación. Me siento satisfecha de  haber dejado una pequeña huella en ellos”.

-Supongo que el hecho de ser madre le hizo contar el drama de la inmigración desde el punto de vista de las madres inmigrantes en el documental Madres bajo la piel (2012).

“Un periodista amigo, Eduardo Araujo, me proporcionó información sobre varias madres emigrantes y me propuse contar su historia. Fue un proceso largo y complicado, sobre todo, el hecho de que estas mujeres quisieran contar su historia a una cámara. Fue un proceso de tres años, en el que perdí a mi madre. Paré el documental en varios momentos. Las cosas que te pasan en la vida te hacen crecer y vas dejando una huella de tus vivencias en tu trabajo”.

-Entrevistar a madres que han perdido a sus hijos tiene que haber sido difícil.

“Todos los días después de rodar necesitaba estar sola porque rompía a llorar. Fue muy duro escuchar lo que decían. Me estaban abriendo su corazón y para ellas fue muy difícil”.

-El documental deja una puerta abierta a la esperanza.

“Me resisto a vivir en un mundo sin esperanza. Soy una mujer optimista con mucha energía. Creo que si queremos podemos cambiar las cosas. Es una realidad que siguen llegando pateras a las costas canarias. Mientras sigamos mirando hacia otro lado, esto va a seguir pasando. Me cuesta vivir con eso”.

-¿Por qué cree que le han dicho que tiene un corazón africano?

“Me siento africana porque he nacido en Canarias, que geográficamente está en África. Además, tengo una hija mulata. Siempre he estado vinculada con África, pero ahora mucho más. Después de Madres bajo la piel mi vida dio un giro y me he involucrado más en el continente africano. Junto con un director senegalés, Keba Danso, tenemos el proyecto de celebrar el festival Africanaria”.

-¿Qué nos puede adelantar de Africanaria?

“La idea es unir África y Canarias a través de la música y el cine, establecer vínculo entre creadores africanos y canarios. Sería una pequeña muestra de tres días que se desarrollaría en diversos puntos de La Palma. Nuestra intención es celebrarla antes de que acabe el año”.

-¿En qué fase se encuentra el proyecto de largometraje “La vida que no se ve”?

“Está en fase de meditación. Este proyecto se gestó en CreaDoc. Fue elegido en el pitching de MiradasDoc. Una televisión internacional se interesó por él. Tengo 22 minutos montados. Al ser un proyecto muy personal, en el que se habla de espíritus, me estaba afectando emocionalmente, y he tenido que distanciarme de él. Ahora tengo dudas de que lo termine como estaba previsto. Quizá lo lleve a la ficción”.

-El Festival Tiempo Sur le acaba de dedicar una retrospectiva. ¿Qué visión tiene de su obra?

“Veo que la forma en que quiero contar las historias ahora es más fresca, más luminosa y atrevida. Cada vez me siento más cómoda rodando. También me gusta más el riesgo. Creo que la vida es riesgo y experimentación. Tener menos presupuesto te hace ser más libre. Ahora empleo más desenfoques o cortes bruscos en el montaje”.