De lo que estoy plenamente convencido es que el último batacazo electoral de las europeas ha removido todos los cimientos del PSOE. Antes tenÃa que haber sido, pero en fin, lo dice el dicho popular: nunca es tarde, si la dicha es buena. Aunque mucho me temo, que la vieja guardia seguirá manteniendo los tentáculos del poder, tal vez no en primera fila, pero seguro que se atrincherarán en la sombra, sobre todo, para garantizar privilegios que el sistema, o sea, ellos mismos, se han otorgado.
La convocatoria del congreso extraordinario dentro de veinte dÃas, la no presentación de Rubalcaba a la SecretarÃa General, su renuncia al acta de diputado, y su reincorporación a su cátedra, asà como el abandono de varios próceres del socialismo español de la primera lÃnea, parece indicar que hemos llegado al fin del ciclo de la transición. Aunque, y los llamaré caraduras y vividores, todavÃa queda mucho lastre institucional por eliminar de la polÃtica activa. En la mente de todos están los sujetos a los que señalo.
Estamos, por otro parte, en un importante paso del PSOE ante la democracia interna y externa. Sin embargo, no observo demasiado entusiasmo por parte de los candidatos, por forzar una recuperación de los valores históricos del partido, junto a las reformas polÃticas necesarias y demandadas por la ciudadanÃa; por ejemplo, eliminar y reparar los aspectos constitucionales forzados por el ambiente franquista de la transición.
El gran paso del PSOE, porque su historia lo respalda, debe ser una inquebrantable lucha contra la corrupción, de tal manera que proponga una serie de medidas que impida la impunidad de los corruptos. Por ejemplo, una nueva Ley Electoral que incluya el proceso de listas abiertas, limitar el cargo institucional a dos legislaturas, incompatibilidad de cargos, impedir ser electo cuando se está procesado o imputado. En fin, acercar el partido a la nueva realidad social que demanda de una democracia real, lo demás: ¡primarias al vacÃo!
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