A estas alturas del año, al menos yo, comienzo a tener ganas de que los opinadores perpetuos o algunos lÃderes polÃticos de tres al cuarto se vayan de vacaciones, sobre todo porque ellos pueden hacerlo. El calor, el ascenso de las temperaturas colaboran en rellenar de hartazgo la repetición de los discursitos a los que asistimos un dÃa sà y otro también. Descansen ustedes y descansaremos todos.
Y de ese hastÃo que me provocan unos y otros también son responsables los medios de comunicación. ConvendrÃa irse dando cuenta de que a los lectores, oyentes, televidentes, fans o seguidores, que aún consumen productos informativos, cada dÃa les interesa menos la galerÃas de declaraciones de tanto polÃtico repetido. ¿Nos hemos alejado los periodistas de la calle, de la realidad y ahora colaboramos en contar lo que ocurre en otros mundos imaginarios, manipulados y selectos? Además de otro hecho confirmado: en cuatro de cada cuatro ocasiones ya sabemos lo que esta gente va a decir, porque mayoritariamente son muy previsibles y cansinos.
Háganme caso, asuman este humilde consejo y mándense a mudar unos dÃas, por ustedes y por nosotros. La actual vorágine de rebotes y cruce de declaraciones no es muy soportable con estos calores, dejen que unos dÃas hable la gente, los ciudadanos, que ellos sean los protagonistas. Túmbense en la hamaca, descansen en silencio y ya si quieren ser exquisitos, casi perfectos, les vendrÃa bien coger algún libro, a ser posible de novela histórica, y comprobar como la vida no empieza y termina con lo que ustedes dicen o hacen.