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el fielato >

Helada РPor Jos̩ David Santos

   

Es una moda de esas que llaman viral, que ha traspasado fronteras y se ha convertido en una de las noticias del año. Hay miles de personas tirándose por encima un cubo, jarra, botella, barreño y hasta el depósito de un hidroavión con agua helada al objeto, se supone, de recaudar fondos para luchar contra una enfermedad terrible e incurable y sus consecuencias: la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). La idea es de origen desconocido, pero desde que actores famosos, cantantes, deportistas y estrellas de la televisión norteamericana comenzaron a divulgar vídeos en los que cumplían con el citado ritual y retaban a otras personas a llevarlo a cabo, el universo se ha convertido en una parodia absurda de gente arrojándose agua por encima sin saber muy bien para qué. En el lado positivo de la balanza quiero señalar que en Estados Unidos se han recaudado millones de euros -se supone que al margen de empaparse, la cosa es donar dinero a organizaciones que tratan con enfermos de ELA- y que en Europa y España se ha empezado a ello después de que algunos responsables de entidades vinculadas a esta patología advirtieran que estaba muy bien lo de los vídeos, pero que no se estaba recogiendo ningún fruto en forma de euros. Hay personas que, creo que en buena lógica, han obviado la grabación y el reto y, simplemente, han donado el dinero. Y es que en el lado perverso de esta historia anida cierto exhibicionismo, cierto ego, cierto cachondeo, cierto mal gusto y, como dice un conocido mío, demasiada bobería. Ver a un, por ejemplo, periodista, actor o vecino subiendo a la Red un vídeo en el baño de su casa o en el jardín de otro vecino donde siente escalofríos por lo fría que está el agua es tan ridículo como verlo ufanarse por el ingenio o los contactos que tiene al proponer a otros tres conocidos que hagan lo mismo. Ah, y dona 10 euros, claro, para decir que se es solidario. Me pregunto qué tendrán que hacer -la lista es, por desgracia cuasi infinita-, los que luchan contra el ébola, la prostitución infantil, el sida, la malaria, las enfermedades raras, el tráfico de personas, la explotación infantil, la pederastia, el maltrato a los animales, los crímenes de Ciudad Juárez, las familias que no llegan a fin de mes en Canarias, los que viven en la calle, todos los olvidados de este mundo, los que pasan hambre, los desesperanzados con la vida… para que les hagamos caso. No hay cubos de agua en el planeta para atenderlos, pero quizás si solo abriéramos los ojos un poco y dejáramos de lado tanta obscenidad exhibicionista y hedonista puede que encontrásemos el camino para ayudarles un fisco. Y ese sí es un reto enorme.