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Lidia Chinea: “Solo mediante experiencias se vive y aprende un idioma”

   

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Por YLKA TAPIA

Lidia Chinea cuenta que era de esas alumnas que se sentaba al fondo de la clase a garabatear su libreta mientras el profesor de filosofía impartía la clase. Asegura, además, que no era buena estudiante y que no tenía en mente cursar filología inglesa cuando accedió a la universidad, menos acabar de docente. No obstante, aprovechando su bilingüismo -de padres emigrantes canarios, nació y se crió hasta los 12 años en Londres-, se embarcó en la licenciatura para acabar abriendo su propia academia, en la que constató que el sistema educativo convencional no contribuye a crear angloparlantes. Así, inspirándose en la experiencia de sus padres en Inglaterra, fundó Quest! Idiomas, un espacio en el que, utilizando un método conversacional, ofrece inmersión lingüística mediante acciones cotidianas tales como ir a tomar un té o jugar al bádminton con unos amigos. Una emprendedora que, tras una década de trabajo, cree que no se necesitan tediosos libros de gramática y complicados exámenes para dominar un idioma.

-¿Por qué renunciar al método académico tradicional?

“Mientras finalizaba la carrera empecé a dar clases particulares con los tradicionales libros de gramática. Sin embargo, un día, en medio de una sesión, una alumna que se estaba preparando el acceso a un máster solicitó que no perdiéramos el tiempo en conversaciones, que ella solo necesitaba mejorar su gramática para aprobar el examen. En ese instante me di cuenta de que todo el sistema de enseñanza era ineficaz”.

-¿En qué falla?

“Es el camino más difícil. Se está haciendo mal y quiero contribuir al cambio. Por eso, decidí dar un giro: diseñé un plan de estudios basado en experiencias porque de esta manera se vive y se aprende un idioma. Y el ejemplo más cercano son mis propios padres”.

-Ya que los menciona, ¿cómo fue para ellos la emigración a un país anglosajón?

“Muy difícil. Tanto mi padre como mi madre se mudaron a Londres en los 70, cada uno por su lado. Se conocieron, enamoraron, volvieron para casarse y regresaron para vivir en Inglaterra durante 30 años. No obstante, para mí es destacable cómo mi padre asimiló el inglés: él no hablaba ni una sola palabra, pero aprendió fue al verse obligado a comunicarse. A veces nos recuerda una anécdota que lo marcó: fue atropellado por un chino que conducía un Rolls Royce y no se pudo defender en el juicio. Pero pasó el tiempo y lo interiorizó de tal forma que es capaz todavía de mantener una conversación fluida, y eso me parece admirable en alguien que no ha tocado un libro de gramática en su vida”.

-Aun su padre siendo un caso de aprendizaje sin manual, la enseñanza reglada impone la gramática.

“Es verdad que la base gramatical es importante, pero no fundamental para aprender una lengua extranjera”.

-¿Hay individuos con mayor predisposición para aprender idiomas?

“Exacto. La sociabilidad es uno de los factores principales para tener más facilidad. La personalidades más abiertas son propensas a querer comunicarse, mientras que a los tímidos les cuesta muchísimo. De hecho, algunas personas que vienen a Quest! me dicen que tienen pánico al ridículo, a no decir las cosas como deben.

-¿Tiene algo que ver el sistema educativo con esa especie de “miedo escénico”?

“Sin duda, es uno de sus errores. En la escuela no nos enseñan a hablar en público; ni siquiera a hacerlo en voz alta. Todo está excesivamente basado en la teoría: en vez de hacer las cosas más prácticas, se empeñan en que sean artificiales, mecánicas, poco amenas… La gente está aburrida de sufrir con los exámenes. Y no sirven de mucho. Conozco a filólogos que no se expresan en inglés e incluso docentes que no lo hacen correctamente”.

-¿Y qué pasa con los profesores de primaria, los principales responsables de la adquisición de la base lingüística?

“Me sienta un poco mal decirlo e incluso la gente me recrimina que porque soy nativa espero que todos hablen como yo, pero son los profesores quienes enseñan a los niños errores que los acompañan toda su vida y que son muy difíciles de eliminar”.

-¿No se está haciendo nada por corregir la situación?

“Se cree que cualquier persona puede enseñar un idioma, y en consecuencia se está implantando un sistema para que el profesorado dicte sus materias en inglés. Hacen cursillos acelerados y algunos, preocupados, me han solicitado ayuda para preparar sus asignaturas. La idea está bien pero así no se soluciona nada, ya que detrás se mantiene toda una cadena de fallos”.

-¿Es cierto que existe una edad límite para ser bilingüe?

“Una persona puede ser bilingüe si reside durante una larga temporada en el extranjero; pero tienen que transcurrir varios años hasta que eso suceda, aunque es posible. El momento crucial es cuando eres pequeño y absorbes todo lo que ocurre a tu alrededor. Todo lo aprendido hasta los 7 u 8 no se olvida nunca”.

-Acaba de resumir su historia.

“[Sonríe] Me crié en un ambiente inglés, en el que solo hablaba en español con mis padres. Soy inglesa pero al mismo tiempo canaria. En ambos sitios me siento como en casa e incluso voy a menudo, ya que tengo familia londinense”.

-¿Fue un choque cultural el regreso a Canarias?

“No, porque recuerdo una infancia de veranos en La Gomera y Tenerife. Al principio se me notaba el acento hasta que me fui acostumbrado, y soy capaz de intercalarlos [el británico y canario] rápidamente”.

-Hablando de acentos: ¿el canario añade alguna dificultad adicional para hablar en inglés?

“La mayoría de las personas tiende a trasladar los dejes, pero eso pasa con todas las nacionalidades. Los canarios no tienen mayores dificultades que el resto del territorio. El único aspecto diferenciador es que se aspiran las -s finales. Lo que sí tenemos es deficiencias en el propio estudio”.

-¿No es una contradicción siendo un archipiélago turístico?

“No se le ha dado la importancia necesaria en los sectores en los que se trata con extranjeros. Pero las empresas se están dando cuenta de lo necesario poder comunicarse con un turista. He estado en una farmacia y un acto tan sencillo como es pedir un medicamento resulta una odisea para el farmacéutico al no responder en
inglés”.

-Parece un problema social, ¿cómo se puede resolver?

“Mi lucha es muy pequeña, a nivel personal. Esto tiene que nacer con un auténtico interés de la consejería y cambiar todo sistema. Y es algo muy complejo. Se está intentando, pero, repito, si un profesor no controla un idioma, ¿cómo va a enseñarlo? Es un círculo vicioso y su solución no es fácil”.

-¿Se ha planteado volver a Inglaterra?

“Ya no. Cuando estuve trabajando en Londres dos meses gracias a una beca de Erasmus para emprendedores, entendí que, aun siendo el lugar de mi infancia, su ritmo me puede. Es una ciudad muy dura, gris. Canarias tiene una calidad de vida que no apreciamos: desde fuera te das cuenta de la suerte de tener estos cielos y su tranquilidad. De igual modo, se pueden hacer conexiones e incluso internacionalizar una empresa sin necesidad de vivir en un bullicio”.

-Concluimos que también se puede aprender inglés.

“En Quest Idiomas, una vez corregidos los errores de base, que son pocos pero graves, se profundiza en la morfología (conocer la diferencia entre un nombre, verbo y adjetivo) lo que da pie a una introducción de la gramática de forma subliminal mediante actividades lúdicas y sin interrumpir para señalar un error de pronunciación o entonación (que no suele gustar y bloquea al estudiante). Por tanto, sí es posible aprender un idioma adecuadamente, pero solo, como comenté anteriormente, viviendo experiencias”.