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“No tenemos miedo al ébola, pero estamos alerta y somos precavidos”

   
Las autoridades sanitarias alertan de la rápida propagación del virus en todo el continente africano. / REUTERS

Las autoridades sanitarias alertan de la rápida propagación del virus en todo el continente africano. / REUTERS

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

Con más de 700 víctimas mortales y cerca de 2.000 afectados en cinco países, la epidemia de ébola que se inició el pasado mes de marzo en Guinea Conakry amenaza con convertirse en un problema de salud pública en el continente negro. Eso es, al menos, lo que sostienen tanto las autoridades sanitarias guineanas, Médicos Sin Fronteras (MSF) y la propia OMS, quienes aseguran que el virus tiene una virulencia “sin precedentes”.

Por este motivo, los siete trabajadores (cuatro gomeros, dos tinerfeños y un grancanario) de una empresa de capital isleño que explota una cantera de granito a unos 85 kilómetros de la capital guineana están preparados para una eventual evacuación si la epidemia continúa avanzando por el país. Uno de ellos, Carmelo García, aseguró ayer al DIARIO que, a pesar de la rápida propagación del virus, no tienen miedo. “Creo que llegar a tener miedo es lo peor que nos puede pasar, pero somos cautos y precavidos. Estamos en alerta ante las situaciones que se puedan producir y si sospechamos que podemos tener cerca a algún afectado, o si nosotros mismos notamos cualquier malestar o síntoma, debemos comunicarlo inmediatamente al personal sanitario que está cerca de donde residimos”, recalca.

Pese a la relativa tranquilidad que les transmiten tanto las autoridades españolas como la excónsul de de la República de Guinea en Canarias, Alicia Navarro, “las familias son las que lo están pasando peor, aunque intentamos no hablar de ello cuando contactamos. Pero quiero aprovechar para decirles que estén tranquilos porque las cosas y el día a día se ven de otra forma y con mucha más tranquilidad desde aquí”, subraya el trabajador canario.

En su opinión, el mayor de los problemas ahora no pasa sólo por luchar contra la enfermedad, sino “contra la ignorancia de la gente”. “La falta de educación es mucho más peligrosa que el propio virus, porque incluso el Gobierno dijo que estaba controlado cuando realmente no era así. Querían tapar el bidón pero seguía saliendo agua, cuando la solución era cerrar el grifo”, expone gráficamente Carmelo García. Para él, la principal labor de los cooperantes y sanitarios extranjeros que se han desplazado hasta Guinea Conakry y otros países afectados, pasa por “explicarle a la gente que el mejor medicamento es la prevención, porque estamos hablando de un país que está como España hace 60 u 80 años”. “Hay que tomar una serie de medidas higiénicas básicas y ponerse en contacto con profesionales cualificados, para que los puedan tratar”. “Pero incluso para nosotros es complicado convencer a la gente de aquí con la que trabajamos de que lo que pretenden es ayudarles, aunque hay muchos que creen que el ébola lo han traido de fuera”, arguye Carmelo García, quien recomienda a las personas que tengan intención de viajar a Guinea Conakry y otras zonas afectadas que lo “pospongan” hasta que la situación mejore. “El ébola está latente en todo el país, y de unos pocos casos aislados en el interior, la epidemia se ha extendido y ya está por todas partes; por eso, si no es urgente o si el viaje puede esperar, mejor no vengan ahora”, concluye el trabajador canario.

Sanidad vigila los puertos y aeropuertos isleños

La Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias está en permanente contacto con el Ministerio de Sanidad, después de que este activara a nivel nacional el protocolo de alerta por la posible propagación de la epidemia de ébola. En este tipo de situaciones es el Ministerio el que realiza las actuaciones de seguimiento y control, ya que es el Gobierno central quien gestiona los puertos y aeropuertos, aunque hasta el momento la posibilidad de que la enfermedad se propague por España es “mínima”.

El virus ébola pertenece a la familia Filoviridae. Es el causante de una fiebre hemorrágica infecciosa, altamente contagiosa y muy severa, que afecta tanto a animales como a humanos. Se detectó por primera vez en 1976 en dos brotes epidémicos casi simultáneos ocurridos en Sudán y el Congo. De momento, solo está activo en el continente africano, pero constituye una amenaza para la salud global, ya que existe el peligro de que se pueda expandir a otros lugares a través de personas que viajan a zonas en riesgo y vuelven a sus países sin saber que lo padecen. La OMS, a la que la elevada propagación y la brutal tasa de mortalidad del virus -mata a un 90% de las personas que lo contrae- ha pillado a contrapié, trabaja a contrarreloj en busca de soluciones para paliar esta amenaza.