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El estudio del universo, un revulsivo para Canarias – Por Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca

   

Se acaba de celebrar en Tenerife y La Palma la segunda edición del Festival Starmus, que durante una semana combinó ciencia, arte y música en lo que la propia organización califica como “una experiencia astronómica y artística de primer nivel… con el deseo de saber más acerca de “dónde venimos” y “qué hay” en el universo”. Este año el orador principal ha sido el físico teórico y cosmólogo Stephen Hawking, probablemente el científico más popular y galardonado del mundo -tan sólo le falta el Nobel de Física-, autor del libro Breve historia del tiempo, que ha batido todos los registros de ventas (más de doce millones de ejemplares vendidos).

A sus 72 años, el sabio inglés ha logrado la gratitud de la comunidad internacional no sólo por sus aportaciones al conocimiento y entendimiento del universo; también por su coraje y determinación en la lucha contra una enfermedad neurodegenerativa que lo tiene postrado en una silla de ruedas y que sólo puede comunicarse, mediante un sistema automatizado de voz, a través de ordenador. Junto a Hawking, intervinieron científicos de primer nivel, entre ellos varios premios Nobel, biólogos, antropólogos, astrofísicos, físicos, además de varios astronautas y artistas musicales. De todo ello han tenido cumplida información durante los días pasados.

El fundador, impulsor y alma mater de este evento es el astrofísico hispano-armenio del IAC, Garik Israelian, especializado en el estudio de planetas extrasolares y sus estrellas madre, y en agujeros negros. Por algunos de sus descubrimientos ha recibido varios galardones internacionales. Respaldado por el Gobierno canario y por instituciones y empresas de distinta procedencia, el carácter divulgativo de Starmus queda reflejado en la asistencia de más de medio millar de especialistas y aficionados de todo el mundo interesados en el origen y vida del cosmos a través de la astrofísica, una ciencia experimental y de carácter interdisciplinar que estudia la estructura, composición y evolución de los cuerpos estelares.

Astrofísica y Big Bang
A pesar de ser potencia mundial gracias a los observatorios de La Palma y Tenerife, en Canarias la astrofísica no ha alcanzado aún la popularidad que sería deseable. Quizás por una deficiente política divulgadora o porque la mayoría de los ciudadanos considera, erróneamente por supuesto, que algunas investigaciones científicas no merecen la pena si no aportan beneficios tangibles o aplicaciones prácticas concretas. Sin embargo, la ciencia es la principal y mejor fuente de conocimiento fruto de observaciones, investigaciones, experimentaciones y razonamientos de los que luego se deducen principios y leyes generales.

La ciencia se esfuerza por comprender y explicar, de manera precisa y fiable, distintos aspectos del mundo observable. Gracias a ella conocemos el universo y comprendemos buena parte de los fenómenos naturales, desde la materia de que estamos hechos y nuestra relación con los demás seres vivos hasta algunas predicciones de futuro. No podríamos entender nuestro propio mundo ni la cultura contemporánea de no ser por las aportaciones de la ciencia en sus distintas vertientes y su influencia en la organización y vida humana, su alimentación, las comunicaciones, los satélites artificiales, la climatología, los ordenadores, la energía nuclear, el láser, internet, la medicina, el transporte, el medio ambiente, la radio y la televisión, la construcción, las nuevas tecnologías, etc., etc. Merced a la astrofísica tenemos conocimiento, a grandes rasgos al menos, del universo del que somos parte y de su propio principio. Sobre éste existen dos teorías principales, con predominio de la del Big Bang o gran explosión inicial, que -hace unos 14.000 millones de años- dio origen al mismo y a su posterior expansión ilimitada. Para la segunda teoría, la del estado estacionario, el universo ha existido siempre.

La prevalencia de la primera tiene casi general aceptación y esclarece, según los expertos, la noción de creación entendida como paso de la nada a algo. Esto a su vez ha determinado un cierto conflicto entre fe y ciencia que ha llevado a algunos científicos -Hawkins, entre otros- a cuestionar la existencia de Dios al abordar una realidad para la que la física todavía no tiene explicación. No obstante, sí se puede demostrar que el universo reúne un conjunto de propiedades específicas que han permitido la aparición de vida inteligente en la tierra.

También se puede demostrar la existencia de una radiación cósmica de fondo, una especie de luz que dejó la inicial explosión que dio origen al universo. Esta cuestión es objeto de estudio pormenorizado por parte, entre otros, del Observatorio del Teide a través del llamado Proyecto Quijote. De cumplirse las sospechas iniciales, se podría confirmar la idea de un componente añadido al big-bang, que hizo que el universo pasara por una etapa inicial muy breve de expansión acelerada, a velocidad superior a la de la luz. Una parte de este modelo inflacionario conduciría además a la idea del multiverso, es decir, que nuestro universo sería solo uno de muchos posibles. Como afirma el físico y catedrático Manuel Carreira, no puede explicarse todo por la ciencia, ni puede explicarse todo por la teología. Ésta no describe cómo reaccionan los gases en el interior de una estrella para producir luz y calor. Y la física no tiene ningún instrumento para medir si existe el espíritu humano, si existe Dios o si el pensamiento es correcto o equivocado. Ciencia y religión deberían ser las dos caras de la vida humana; ésta sin ciencia degenera en superstición y aquélla sin religión conduce a pensar peligrosamente que el orden tecnológico, incluso la capacidad de crear y de destruir, es superior al orden moral y espiritual que se necesita para dirigir la tecnología hacia fines elevados.

Ciencia, religión, Canarias
En cualquier caso, como afirma el físico teórico español Álvaro de Rújula, adscrito al CERN (Laboratorio Europeo de Partículas Elementales), el estudio del universo no sólo contribuye al conocimiento y la cultura de la sociedad en su conjunto, sino que es también “base y lubricante de la vida intelectual y de la creatividad de universidades, de científicos, ingenieros y técnicos y hasta de industrias enteras”. Hablamos del universo observable, o sea, el que percibimos a través de nuestros sentidos y de los instrumentos de observación científica, que viajan hacia atrás en el tiempo y con la vista puesta en la radiación electromagnética y las ondas de radio, emitidas en distintas frecuencias por todos los cuerpos del cosmos y que constituyen la principal fuente de información científica.

La aventura espacial, sea mediante satélites, sondas, naves u observaciones, puede llevar a la humanidad a encontrar nuevas formas de vida, minerales desconocidos, referentes para la futura exploración del espacio, posibles lugares a los que emigrar en el futuro si peligra nuestro mundo, nuevas fuentes de energía, incluso localizar y estudiar la posible trayectoria de meteoritos que podrían ocasionar una catástrofe si impactan contra la tierra…

En este camino, Canarias dispone de unas infraestructuras admirables y de las mejores condiciones académicas, físicas y geográficas para liderar una investigación que puede llevarnos a desvelar el origen y significado de la vida, responder al gran interrogante de “por qué” y dar origen a nuevos y sustanciales avances. Quizás el mayor problema sea el económico, pues es bien sabido que la investigación, como la instrumentación que requiere, es muy costosa y los recursos, limitados.

Pero con el esfuerzo de todos, con la incondicional potenciación de los estudios astrofísicos y astronómicos en la Universidad de La Laguna y con proyectos como el Starmus, el Gran Telescopio Canarias, el experimento Quijote ya citado, la construcción del futuro centro del IAC en el antiguo Hogar Gomero de La Laguna o la participación en el proyecto Cherenkov Telescope Array (CTA), para el estudio del universo en rayos gamma de alta energía, se efectúa la mejor apuesta en beneficio de las potencialidades científicas que ofrece Canarias para el futuro de las ciencias vinculadas al espacio exterior.