X
DA 2 >

“Me gusta que la mujer se sienta guapa, da igual como sea”

   
La bailarina posa en Punta del Hidalgo, donde ha emprendido un nuevo modelo de formación / Gustavo Schiaffarino Verónika creció rodeada de arte y siempre quiso enseñar. /Gustavo Schiaffarino
<
>
La bailarina posa en Punta del Hidalgo, donde ha emprendido un nuevo modelo de formación / Gustavo Schiaffarino

VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

Ama la danza. Es su manera de comunicar, de trasmitir y de sentirse viva. Verónika Conde es bailarina pero, sobre todo, es profesora de danza. Vivió una infancia rodeada de artistas. Su padre fue actor y conoció a los más grandes de su época: desde Cantinflas a Lola Flores tuvieron a esta niña en sus brazos. Ella tenía claro que quería pasar el resto de su vida bailando pero, especialmente, haciendo bailar a los demás: enseñando. Acaba de inaugurar una formación en danza para adultos donde reta a aquellas personas que nunca se atrevieron a iniciar un curso de danza a que se animen y descubran que esta práctica les puede devolver la autoestima y traer mucha salud a su vida.

-¿Por qué es usted bailarina?
“Mi padre es actor cómico y yo me crié en un camerino. Desde niña he estado rodeada de los ballets de los shows de mi padre que trabajaba en París en el conocido cabaret Crazy Horse. A raíz de eso empecé a estudiar danza clásica y nunca lo he dejado. Aunque haya bailado hip-hop u otras disciplinas y soy también profesora de aeróbic y entrenadora personal… con todo, siempre vuelvo al ballet que es donde me siento más yo, aunque nunca quise trabajar en compañías de danza”.

-Cuando era niña y se rodeaba de los artistas … ¿Cómo veía a las bailarinas?
“Las veía guapísimas. Recuerdo esa imagen de una bailarina quitándose el moño tras haber bailado el Lago de los cines… cuando les veía el pelo por la cintura… siempre soñaba en ser como ellas, de hecho siempre he llevado el pelo muy largo [ríe al tiempo que reflexiona sobre esta coincidencia]. Tenía la imagen de estas bailarinas delicadas, con una piel perfecta, casi sin maquillaje y con pestañas postizas. Esa imagen de casi tristeza con la cara limpia, me parecía la esencia de la belleza, que se podía ser guapa de una forma tan natural…”.

-¿Sus padres asumieron que quisiera seguir por el camino del arte?
“Sí, al terminar los estudios primarios me preguntaron que qué quería ser y cuando le dije a mi padre que bailarina me dijo que tenía que ser la mejor. Empecé a estudiar Artes Escénicas en Barcelona en 1982 y desde entonces no he parado de estudiar y por eso me he formado en otras técnicas como pilates. Siempre trato de formarme para trasmitir a mis alumnas algo seguro que yo misma pueda experimentar en mi cuerpo. La última formación que realicé fue para obtener el título por el Ballet de Varsovia y ahora preparo a chicas para que sean aceptadas en esta compañía. Tengo tres carreras de ballet clásico porque siempre he tenido la mentalidad de estar muy formada en mi profesión”.

-¿Cómo era la vida bohemia rodeada de artistas en la que creció?
“Recuerdo de pequeña estar en casa y pasar por allí artistas como Massiel, Miguel Ríos, Lola Flores, Peret o Gila. Además, mi madre me contaba que cuando era pequeña y mi padre era director de uno de los canales de televisión de México, íbamos mucho a la casa de Cantinflas o de Manzanero donde dormía en una maleta. Desde muy pequeña he tenido esas vivencias cercanas al arte y la creatividad… de hecho, mi hermano [Kristian Conde] es cantante y fue quien en los años 80 hizo famoso el tema La Dolce Vitta. Todo esto para nosotros era muy normal, tengo esos recuerdos… de que mis padres estaban poco en casa y siempre rodeados de esta gente con mucha clase, mucho lujo…, aunque estaba claro que vivía en una fantasía porque luego la vida real no es así”.

-¿Cómo da el salto a bailarina profesional?
“A los 16 años Jane Fonda hizo un casting en Barcelona para grabar unos vídeos de aeróbic y entre 350 personas me cogieron a mi y a otra chica que, curiosamente, también se llamaba Verónica. Luego, trabajé en los programas de Eva Nasarre”.

-¡En serio era una de las chicas de Eva Nasarre!
“Sí…, con la coleta, los calentadores y las mallas de rayas… con Eva estuve un par de programas pero lo más potente que hice mediáticamente fue con Jane Fonda en unos vídeos que se repartían con la revista Dunia…”.

-Pero cuando eso era usted muy jovencita… ¿Cómo descubre su vocación por la enseñanza?
“Pues con 16 años tuve que sustituir a una profesora mía en el Centro de Artes Escénicas de Barcelona y descubrí esa vocación. Ya con 18 años trabajaba en los centros culturales de Madrid en la época de Tierno Galván…”.

-¿Nunca quiso ser bailarina de compañías de Ballet?
“Yo veía que, en mi época, con mi estatura era difícil destacar en una compañía. Además, no me gustaba la vida que se llevaba en las compañías, así que al sustituir a mi profesora me di cuenta de que lo mío era dar clase y trabajar con niñas. Me gusta mucho enseñar y que la gente aprenda”.

-Ahora da una vuelta de tuerca a eso y ha creado un método para dar clases a adultos, especialmente a mujeres, ¿por qué?
“A mí lo que me gusta es una mujer que se sienta guapa; me da igual si es rubia, alta, baja, morena… lo esencial es que se sienta guapa y eso se puede potenciar con yoga y ballet”.

-¿Qué puede aportar el ballet a estas edades?
“El ballet aporta autoestima a la mujer. Siempre pienso que una mujer tiene a una bailarina dentro… todas nos ponemos una sábana o una toalla como tutú y nos ponemos a bailar con los pies en punta. Lo que propongo es retomar esas clases que siempre se han querido seguir pero que en otras épocas eran más elitistas y muchas no tuvieron la oportunidad de iniciarlas. Esta propuesta ha tenido una gran aceptación y tengo un local muy especial en el Hotel Atlantis Park en Punta del Hidalgo donde se imparten estas clases. Viene gente de toda la isla porque se trata de un curso muy completo donde también damos pautas de alimentación y lo complementamos con otras técnicas. Las alumnas se sienten realizadas, se quitan la ansiedad y aumentan su autoestima [pueden contactar con la profesora a través de su Facebook y en el teléfono 665 42 86 65]”.

-¿Se trata de entender el ballet como deporte?
“El ballet es un ejercicio muy completo. Hay que recordar que de ahí salió el pilates”.

-La danza siempre nos recuerda a un ejercicio muy duro, con esas imágenes de pies destrozados ¿Es tan dura?
“Depende de en qué época cojas a la bailarina y qué quieras sacar de ella. Es muy duro cuando eres jovencita y quieres entrar en una compañía. Entonces, hay que trabajar muy duro y dedicarle al menos ocho horas al día y controlar mucho la alimentación; pero si estás haciendo ballet como hobby, te aporta solo la parte bonita y, en ese momento, te relajas y disfrutas. Mis alumnas, en tres semanas, ya notan la diferencia en su cuerpo. Es algo maravilloso, no les voy a pedir en un mes que hagan piruetas pero en un año… Ellas mismas están preparadas para hacerlas”.

-Aparte de la danza para adultos… ¿Sigue con las clases para niños?
“Sí, aunque me quería centrar en los adultos ya estoy retomando clases a escolares porque mis alumnas me piden que les de clases a sus hijas. Pero, estas clases son distintas a las que yo misma recibí. Como llevo las riendas de la formación, lo que quiero es que el niño disfrute, se lo pase pipa pero, también, se prepare por si quiere presentarse en un futuro a una carrera universitaria relacionada con la danza. Por eso, les doy también fotografía, historia de la danza”.