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Pero ¿quieren pactar, o no? – Por Fernando Jáuregui

   

Me han decepcionado. No es que no lo esperase, pero me siento algo estafado. ¿Para esto han necesitado todo un verano dedicado teóricamente a la reflexión sobre la regeneración de la política española, tan regeneracionable ella, por cierto? Rajoy, desde Soutomaior, repitió más o menos lo mismo de siempre, sin olvidar dar la prioridad a lo bien que va yendo la economía. Sánchez, de regreso a su cuartel general en Ferraz, tampoco nos ha dado sorpresa alguna, más allá de decir que “no se habla de regeneración con quien limita derechos”, refiriéndose a la ley del aborto y a la de seguridad ciudadana, dos bodrios -de acuerdo- cuya retirada exige por lo visto antes de comenzar cualquier conversación con el inquilino de La Moncloa. No esperaba yo ese tono en el habitualmente dialogante Sánchez.

Y eso, para no hablar de la proyectada reforma electoral municipal, terreno en el que ahora las partes sempiternamente enfrentadas han encontrado un magnífico caballo de batalla. Si Rajoy no piensa ceder un milímetro y Sánchez ni piensa sentarse a hablar hasta que no se cumplan sus condiciones sine qua non de partida, en efecto ¿para qué se van a reunir? Si ni siquiera se puede llegar a un dorado término medio sobre la elección directa de los alcaldes, ¿cómo diablos van a hablar de la reforma constitucional, o de la de las administraciones públicas?

Supongo que, a la vista de todo esto, las gentes de Podemos estarán como unas castañuelas. ¿Veis cómo con la casta es imposible cualquier progreso?, dirán, y acaso no les falte punto de razón. Y tampoco creo que esta aparente confusión con la que hemos iniciado el curso político disguste demasiado a, por poner otro ejemplo nada inocente, Esquerra Republicana de Catalunya, que ya se ve dueña del cotarro catalán a la vista de la trayectoria sin sentido y con rumbo al menos incierto emprendida por el Molt Honorable President de la Generalitat, que, a este paso, pronto dejará de serlo.

Si quieren cambiar el sistema a base de no hacer nada para mantenerlo, díganlo. Pero les aseguro que hay veces en las que hasta a mí me apetecería acercarme a Podemos, a ver qué dicen por esos pagos, donde, me temo, tampoco hay demasiadas ideas nuevas. Qué país, oiga.

fjauregui@diariocritico.com