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Puerto, comercio y milicia

   
BATERÍA SANTA BÁRBARA PUERTO DE LA OROTAVA

En la Antigua Casa de la Real Aduana se encontraba ubicada la batería de Santa Bárbara. / DA

JESÚS PIZANO REVERÓN | Puerto de la Cruz

“El 21 de julio de 1797 un conocido comerciante del Puerto de la Cruz o de La Orotava, don Tomás Cólogan Valois, escribía a la Casa Ricardo Gough, de Cádiz, disculpándose por no haberle podido conseguir una mercancía interesada ni haber barco que la llevase”. Añadía: “Mucho menos ahora que con motivo de la Escuadra Inglesa que está cruzando enfrente de este puerto nada puede entrar”.

Esta carta de impotencia reflejaba la pesadumbre de los comerciantes ante el bloqueo inglés de los puertos de la Corona Española, tanto en América como en Canarias.

Desde 1739 los mares estaban invadidos por piratas o corsarios al servicio de los británicos que interrumpían el comercio de las islas con el exterior especialmente con América y el resto de los continentes. En Tenerife, el llamado Puerto de La Orotava empezaba a crecer gracias al comercio de exportación que dejaban buenos dividendos para las cajas de la Real Hacienda.

Ya en 1740 el ingeniero militar, Antonio Riviere propuso la construcción de una batería capaz de defender embarcaciones que darán más fondo al muelle portuense y que se apoyaría en otra situada en el Castillo de San Felipe. Se trataría de artillería de veinte y cuatro libras de bala que “dejen a buen recaudo el comercio de vino malvasía, aguardiente y otros productos del norte de la Isla”.

El coronel Antonio Riviere alertaba de que los actuales elementos artillados (cuatro cañones de doce montados sobre cureñas) eran piezas muy débiles para defender el limpio de las Carabelas.

No tardó un año para que en 1741 el Rey Felipe V enviase a las islas al nuevo Comandante General de Canarias, Andrés Bonito Pignatelly, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos. Mandó a construir la batería de Santa Bárbara, la tercera de las cuatro fortificaciones establecidas en el sistema defensivo militar del Puerto de La Orotava.

Los comandantes generales propiciaron la defensa del Puerto de La Orotava

La Antigua Casa de la Real Aduana se utilizó como cuerpo de guardia disponiendo de un armario para diez fusiles y dormitorio para seis hombres. Así, no se tardó en fortificar lugares estratégicos a lo largo de la costa isleña, especialmente en el Puerto de La Orotava, que reflejaba el pujante comercio a través de grandes familias asentadas en el núcleo costero.

Pero, anticipándose a la historia, en 1790 es nombrado Comandante General de las Islas Canarias el Mariscal de Campo, Antonio Gutiérrez. Defensor de la isla de Menorca y del bloqueo contra Gibraltar, este insigne militar (que pasaría a la historia años después tras vencer a la Escuadra Británica que atacó la plaza de Santa Cruz de Tenerife) supo ver las debilidades defensivas en toda la costa de la Isla.

Nada más tomar posesión de su cargo en las islas, Gutiérrez ordena al Cuerpo de Ingenieros levantar planos e informes de castillos y fortines. Tiempo después, en 1795 el Comandante General realiza una visita de cinco días al Puerto de la Orotava, para pasar revista a las milicias establecidas en la Casa Cuartel de Las Cabezas.

Gutiérrez estaba obsesionado con las cuatro fortificaciones de la ciudad. El pintor portuense Luis de la Cruz retrató al ilustre visitante durante su estancia en la localidad:

-“Excelencia: lo veo algo preocupado. Puedo preguntar a su señoría el motivo de su enojo…

-No quiero alarmaos pero algo me dice que el inglés sigue ambicionando esta plaza. No puedo fallar a Su Majestad en esta misión.

-Además, me preocupa la gran colonia de residentes irlandeses que se asientan en este puerto y sus alrededores dedicados al comercio que si bien generan riqueza nunca sabe uno si algunos espían para el inglés”.

El General se anticipaba a esa cita que tendría con la historia y que se llevaría a cabo finalmente en Santa Cruz de Tenerife el 25 de julio de 1797 derrotando al Almirante Nelson tras su ataque a la ciudad.

Pero lo cierto, es que dos años antes de esa Gesta, la preocupación constante de los comerciantes portuenses ante los movimientos de la Escuadra Británica animó al Comandante General a poner en orden esas defensas curiosamente con la colaboración de personalidades cuyos antepasados tenían apellidos británicos, irlandés o francés.

Plano general de Puerto de la Cruz con las baterías de la época

Plano general de Puerto de la Cruz con las baterías de la época. / DA

Defensa de la Isla

Fue el caso de Bernardo Cólogan Fallón. Perteneciente a una de las familias de más arraigo de Puerto de la Cruz, tuvo la ocasión no solo de relacionarse con sus amigos castrenses, (su esposa era hija de Juan Antonio Francisco Miguel de Franchi y Ponte, Teniente Coronel de Caballería) sino que planeaban la defensa de la Isla ante el peligro que representaba la Escuadra Inglesa para el comercio con Europa y las Américas.

Bernardo Cologan Fallón demostraría su patriotismo y heroísmo socorriendo a los heridos durante la Gesta del 25 de Julio de 1797 al encontrarse en Santa Cruz de Tenerife. Durante un tiempo permaneció en las milicias del Castillo de Paso Alto.

La batería de Santa Bárbara fue una de las fortificaciones del sistema militar portuense

Si algo ha perdurado como un elemento de unión cívico-militar que ha engrandecido la gloria y el honor de España, este ha sido la fusión de toda la sociedad en la defensa de las islas en años de adversidades, miedos y el consiguiente peligro al aislamiento.

Fue precisamente el tesón, la firmeza y la voluntad manifiesta de los diferentes comandantes generales que recalaron en las islas los que acrecentaron con sus decisiones nuestra pertenencia a la Corona de España ante las apetencias de otras naciones en conquistar las islas para convertirlas en plataforma de lo que sería nuevo colonialismo europeo en África así como el control de las rutas del comercio entre los continentes europeo, americano y africano.