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La soberbia no puede con la humildad

   
Vitolo y Dávila evitan que progresen un jugador de la UD; el de ayer fue un partido de batalla. / SERGIO MÉNDEZ Varios jugadores del CD Tenerife celebran el primer gol. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
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Vitolo y Dávila evitan que progresen un jugador de la UD; el de ayer fue un partido de batalla. / SERGIO MÉNDEZ

MARTÍN-TRAVIESO| Santa Cruz de Tenerife

La soberbia siempre es mala consejera. Por cinco partidos en los que las cosas han salido bien no se puede saltar al terreno de juego pensando que eres superior al rival que te espera. Eso es lo que creían y sentían ayer los jugadores de la UD Las Palmas antes del inicio del duelo. Hasta Paco Herrera lo reconoció en la sala de prensa después: sus futbolistas entraron al campo con la sonrisa del que se cree mejor de lo que en realidad es. El problema es que se encontraron con un adversario al que subestimaron y que les salió batallador hasta la extenuación. Bravo en la disputa de cada balón. Solidario en el esfuerzo individual y colectivo, además de estar potenciado, hasta el infinito, por las miles de gargantas blanquiazules que los agitaban desde sus butacas. Así hay que entender el brillante triunfo cosechado por el CD Tenerife, que incluso tuvo que remontar el tanto inicial marcado por Momo, para apuntarse un derbi que tendrá unas consecuencias beneficiosas a largo plazo. El de ayer debe ser el resurgir del equipo blanquiazul. Esta vez la soberbia no pudo con la humildad.

Cervera echó mano de lo que más conoce y que mejor resultado le dio la temporada pasada para presentarle batalla al eterno rival. Salvo por la presencia de Unai, Vitolo y Guarrotxena, el resto del once inicial estuvo formado por jugadores que ya defendieron la elástica blanquiazul la pasada campaña. 11 gladiadores que derrochan esfuerzo en cada acción. Así quiso el preparador resetear a los suyos, volver a la génesis de un equipo que en los anteriores partidos no ha jugado a lo que sabe y a lo que mejor que se le da. En ese contexto no entra, de momento, Uli Dávila, suplente ayer.

El duelo fue enérgico desde el principio. Los locales parecían que llevaban una marcha más que su adversario, que gustaba de jugar con mayor pausa, más contemplativo. Eso propició que la primera oportunidad del partido fuera para el bando chicharrero. Dejada con la cabeza de Cristo y Guarrotxena dispara por encima de la portería amarilla.

Cervera le ganó la partida a Herrera en los cambios, que resultaron determinantes

La réplica no tardó en llegar. Disparo potente y duro de Sergio Araujo que detuvo, en dos tiempos, el portero Roberto, quien tuvo el valor suficiente para ponerse los guantes después de haber perdido a su padre recientemente. A buen seguro que gran parte del triunfo de ayer va para él y para toda su familia.

Nada pudo hacer el meta de Icod de Los Vinos para detener el único tanto grancanario. Lo fusiló Momo en el segundo palo, cuando su defensa, Unai, había concedido todas las facilidades del mundo. 0-1. La mañana se complicaba.

No obstante, y cuando casi aún festejaban el tanto los 1.400 aficionados de la UD que se dieron cita en el recinto tinerfeño, llegó el tanto del empate. Tanto va el cántaro a la fuente, que ya se sabe. Hasta en tres ocasiones seguidas se fue el Tenerife hasta la línea de córner. Al tercero que puso Guarrotxena, llegó el gol del equilibrio. El balón que buscaba la cabeza de Aridane, lo acabó golpeando Araujo para pesar suyo. Corría el minuto 27 y todo estaba como al principio.

O no. El gol le había servido al Tenerife para crecer, para ver las debilidades de su rival y explotarlas. Para darse cuenta de que con velocidad y entrega se desayunaba a los pío pío. Fue entonces cuando se vieron los mejores momentos locales y los peores visitantes.

Acabaron los blanquiazules con buenas sensaciones y comenzaron la segunda mitad igual. Al poco de reanudarse el enfrentamiento, llegó el gol que a la postre supuso la victoria. Solo se habían jugado tres minutos cuando arrancó Moyano desde la derecha, centra a Suso Santana, quien llegó al fondo y centró al área donde llegó Cristo Martín para hacer el 2-1 definitivo gracias a un sutil golpeo. Desde febrero de 2013 no marcaba el de La Cuesta.

Estallido de júbilo y felicidad en la parroquia local, que disfrutaba de un partido que se ponía muy de cara. Todo lo contrario en el rival. A Paco Herrera le entraron las prisas y muy pronto se quedó sin posibilidad de hacer sustituciones. Antes de lo que tenía previsto tuvo que dar entrada a Vicente Gómez por Roque Mesa. Y el tercero lo hizo poco después, con la incorporación de Guzmán al campo por Momo, que tras ser amonestado corrió riesgo de ser expulsado en más de una ocasión. Es más, se mereció la segunda amonestación en el minuto 55 cuando cazó a Moyano con una patada a destiempo.

No le sirvieron de nada estas variantes al preparador catalán de la UD, mientras que Cervera le superó en la partida táctica y movió sus fichas con más inteligencia. Aguantó hasta el minuto 64, momento en el que sacó a Guarrotxena y metió Ricardo. Este resultó ser un cambio clave. El de La Longuera sujetó al equipo cuando a sus compañeros Vitolo y Aitor, grandísimo partido el de ambos, le empezaron a fallar las fuerzas. Hasta entonces, el de Valleseco y el ex del Oviedo dieron al centro del campo amarillo una verdadera lección de como hay que jugar al fútbol.

Formado el trivote, con Aitor Sanz un poco más adelantado para ser el primero en destruir la creación de juego adversaria, el Tenerife terminó de descomponer al equipo de Pío XII. Con Aridane cansado, la última sustitución blanquiazul dio la oportunidad a que Uli Dávila jugase los últimos diez minutos de partido. Solo mentar el nombre del mexicano y es entrarle el terror en el cuerpo a los jugadores amarillos, que no pueden olvidar lo que sucedió la temporada pasada en el ya famoso minuto 92 del UD Las Palmas-Córdoba.

Como no podía ser de otra manera, la afición chicharrera sacó punta a este hecho y se mofó de los grancanarios antes y después del enfrentamiento.

Los últimos minutos fueron la escenificación de la rendición: Las Palmas no podía, ni quería ni sabía. Solo lo intentó con una falta, lanzada por Nauzet, que desvió a córner con mucho acierto Roberto. Ni dejó sacar el colegiado el saque de esquina. Cumplido el minuto 94, acabó un partido que deja a los tinerfeños en la zona media de la tabla y a los amarillos en lo alto de la misma.