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Especulaciones y tanteos – Por Francisco Pomares

   

Después de semanas de cuidadoso acercamiento, Agueda Montelongo logró cerrar el apoyo del PP majorero al PGO de Puerto del Rosario, y presentó ese acuerdo con el alcalde Marcial Morales, en un acto de coreografiada buena sintonía y consenso, que en Fuerteventura se interpreta ya como un aviso a Mario Cabrera de que cabe el entendimiento entre Coalición y el PP, porque no todo en la vida va a ser el petróleo. Desde una óptica regional, el asunto se ha presentado también como el inicio de la etapa Clavijo en Coalición Canaria, como la apertura del nacionalismo a entendimientos con el PP, que sería una de las claves de la agenda política del candidato. No tengo muy claro que es lo que hace pensar que Clavijo está más cerca de un acuerdo con el PP de lo que lo estaba Paulino Rivero, que gobernó durante una legislatura prácticamente completa con José Manuel Soria. Más bien creo que lo de Fuerteventura es un acuerdo en clave interna, muy centrado en el PGO, acuerdo que Morales y Herrera han amplificado regionalmente para cuestionar de nuevo el estilo político y los compromisos de su colega de partido Cabrera.

Fuerteventura ha sido siempre el laboratorio político del moderno nacionalismo canario: en Fuerteventura se fraguó la construcción de Coalición Canaria y en clave majorera se produjeron los últimos acuerdos regionales con el PP hace ocho años y con el PSOE hace cuatro. Fuerteventura es a la política regional algo parecido a lo que Massachusetts es a las primarias presidenciales estadounidenses: un territorio que apunta por donde irán los tiros. Ha sido así desde el inicio de la Autonomía, y no existe una explicación lógica al fenómeno (como tampoco la hay al hecho reiterado de que quien gana las elecciones en Massachusetts las gana siempre a la presidencia de EE.UU.), pero la firma del PGO de la capital majorera no es un asunto de alcance regional, ni un indicio suficiente de que Coalición haya decidido ya qué tipo de pacto prefiere después de las próximas elecciones. Todo eso es mera especulación. Clavijo no es un hombre de derechas, ni es proclive a un pacto de derechas: en La Laguna ha gobernado apoyándose en el PSOE, con cuyos dirigentes locales mantiene extraordinarias relaciones. Lo que Clavijo espera es que su candidatura aporte a Coalición más poder del que ahora tiene y consolide así un liderazgo basado hoy por hoy en alianzas y apoyos exclusivamente internos. Probablemente, se verá abocado a un acuerdo a tres bandas, pero es obvio que preferiría gobernar en solitario apoyado desde fuera por un PP deseoso de borrar al PSOE del mapa de las Autonomías. Una hipótesis muy difícil de plasmar porque la matemática parlamentaria seguramente irá en otra dirección, aunque quizá sea la idea que Clavijo acaricie. Pero el alcalde candidato a presidente es básicamente un pragmático: hará lo que le obliguen a hacer los resultados, y no va a perder mucho tiempo pensando en ello antes de que se produzcan.