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La automedicación, una mala idea

   

ALMUDENA DÍAZ CAÑAS

¿Sabe lo que ingiere cuando se automedica? ¿Es capaz de diferenciar el paracetamol del ibuprofeno o bien de una aspirina? Muchas personas, no. Y lo peor siempre es que se toman sin consultar a un médico o a un farmacéutico. Cada medicamento tiene sus indicaciones y sus efectos secundarios y, por eso, es bueno saber qué pastilla se consume y por qué.

Llega el otoño y con él las gripes y los constipados. En esta época del año es normal oír frases del estilo: “Un buen chute de aspirina con vitamina C y se me va todo”. Estas expresiones hay que cogerlas con pinzas, pues, efectivamente, a veces se puede resolver el problema de la persona que ello sostiene, pero no por esa razón del resto de ciudadanos que tal frase escuchan.

Existen medicamentos que se venden sin receta médica, los denominados EFP (especialidades farmacéuticas publicitarias), que sirven para tratar síntomas menores como el dolor, la fiebre, la acidez de estómago, el resfriado…

Normalmente, para combatir ese tipo de síntomas no se va al médico y casi siempre se toma lo que ha dado resultado en otro momento. Esto se puede hacer siempre y cuando se controlen las dosis y el tiempo de ingerirlas, pero el problema es que no está ocurriendo de esa manera. En la actualidad, hay ocho millones de españoles que toman una dosis de ibuprofeno superior a la debida.

Por esa misma razón, hay que saber lo que se toma. Por ejemplo, medicamentos como el paracetamol o el ibuprofeno a veces se consumen como si fueran lo mismo, y no es el caso. Aunque los dos sirven para bajar la fiebre y aliviar ciertos dolores, el paracetamol es un analgésico y el ibuprofeno un antiinflamatorio. Por lo tanto, sus indicaciones, efectos secundarios y dosis no son iguales. Y esto hay que tenerlo controlado.

El hecho de que ambos no necesiten de receta médica para su compra no significa que no puedan dañar el metabolismo si se abusa de ellos. Según el Instituto Nacional de Salud Británico, tomar analgésicos al menos durante más de quince días al mes incrementa el riesgo de sufrir cefaleas y que estas se vuelvan crónicas. Así que, aunque ya esté muy oído y hasta choteado, a la hora de tomar un nuevo medicamento, aunque para su compra no se requiera la presencia de receta, hay que consultar con su médico o farmacéutico.

“Hay que hablar mucho con la gente para ayudarla”

Entrevista a María Marfil Pérez, farmacéutica

Cuando anuncian un medicamento por la televisión dicen aquello de, “en caso de duda, consulte a su farmacéutico”. ¿La gente consulta o compra directamente?
“Depende de si la persona viene o no con su receta médica. Si hay receta, se le dispensa lo que haya prescrito el médico. Si no tiene la receta o el plan de tratamiento, generalmente vienen a por el consejo farmacéutico. Otros saben perfectamente lo que quieren. Hay de todo”.

En los casos en que a usted le preguntan qué tomar, ¿hacen un poco el papel de los médicos?
“No, en ningún caso. El médico es el que diagnostica al paciente y ve sus necesidades, y el farmacéutico se asegura de que este conozca su medicación y sepa cómo tiene que tomársela. Resuelve cualquier duda que se tenga al respecto, igual que las indicaciones de su médico”.

¿Y suelen convertirse un poco en psicólogos?

“Tampoco actuamos como psicólogos; no, ni mucho menos. Lo que ocurre, como en todo trabajo de cara al público, es que tratas de empatizar con las personas y sus sentimientos. Cuando se trata de un cliente habitual, la relación se vuelve más cercana. Hay que hablar mucho con las personas para poder ayudarlas y saber exactamente qué necesitan”.

¿Sin receta no hay medicina?
“Depende del tipo de medicamento que se vaya a dispensar. Si se trata de una EFP (especialidad farmacéutica publicitaria), se puede vender sin receta médica. Si está dentro de los fármacos que sí la necesitan, pues entonces esta es obligatoria”.

Muchos medicamentos ya no tienen subvención, sobre todo los jarabes, ¿cómo ha influido esta situación?
“Afecta al paciente, ya que, al estar excluidos de la Seguridad Social, tienen que pagar el cien por cien de su valor. Pero, como son necesarios, se siguen comprando”.