En la pelÃcula Los hermanos Marx en el Oeste parece que Groucho pronunció la famosa frase que encabeza estas lÃneas. Pues bien, sin ánimo alguno de banalizar la situación -y mucho menos sus consecuencias- tengo para mà que la continuidad del proyecto soberanista impulsado por Artur Mas va a terminar como el rosario de la aurora… Llevamos meses oyendo que aquà no va a pasar nada. Que el diálogo polÃtico lo va a resolver todo.
Pero lo cierto es que la temperatura del proceso se incrementa y, si el mercurio del termómetro continúa subiendo, aquà podemos acabar viviendo al calor del verano del año 1909, cuando, durante la semana trágica de Barcelona, más de un centenar de féretros tomaron el rumbo de los cementerios. Hasta que, una brutal represión, dio por finalizada una de las revueltas más iracundas de la historia de Cataluña y de España. Yo no sé si la historia se repite o no.
Lo único que sé es que cuando la polÃtica de unos y de otros sale de los despachos y los parlamentos para trasladarse a las calles, el color carmesà de la sangre puede teñir los pasos de peatones hasta tornar una ambiente de paz en otro de guerra. Se me acusará de agorero, pero hace tiempo que tengo la mosca tras la oreja y lo que estoy viendo no me gusta nada.
Por causas completamente distintas a las del proyecto soberanista de Artur Mas, las calles de Barcelona y otras muchas de Cataluña y de España se tiñeron de sangre. Entonces se protestaba por el llamamiento a filas de los reservistas que debÃan combatir en la guerra de Marruecos para arrodillar al enemigo en los territorios del Rif. La carne de cañón procedÃa de las clases populares, porque los burgueses pagaban la disculpa de sus nenes para que no cogieran el fusil. Se armó la marimorena, de la que sacaron réditos los anarquistas, principalmente.
Fueron tiempos difÃciles. Pero los que vivimos no resultan fáciles. Con el paro que se registra, el derrumbe del estado del bienestar, la corrupción de la clase polÃtica que nos dirige, la pobreza, la marginación…, Artur Mas parece que juega a interpretar el papel de Ferrer y Guardia (lÃder catalanista que terminó sus dÃas fusilado), mientras que Rajoy podrÃa interpretar el papel de Antonio Maura, uno de los artÃfices, aunque no el único, de la represión que se desató en aquellos dÃas y que ha marcado los libros de historia, por más que no todo el mundo se la sepa, es decir, la conozca. Quiero reÃrme con los Marx.
Pero en esta tierra de alberos que cubren los parques (y las plazas de toros), se ha derramado tanta sangre inocente y se ha segado tanta cabeza fértil, inteligente y amante de la paz y del progreso, que, si Dios no lo remedia, a las cinco de la tarde volveremos a contemplar la sangre en el ruedo…
Y el llanto de Federico GarcÃa Lorca resonará nuevamente en nuestros oÃdos.
Por muchÃsimo tiempo…
Y sin remedio.