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“Me fui a un ciclo de FP porque cuesta 10 euros y la Universidad 1.500”

   
Tatiana Ojeda Gutiérrez, estudiante de formación profesional tras abandonar la ULL por motivos económicos. / SERGIO MÉNDEZ

Tatiana Ojeda Gutiérrez,
estudiante de formación profesional tras abandonar la ULL por motivos económicos. / SERGIO MÉNDEZ

S. E. | La Laguna

Tatiana Gutiérrez nunca pensó en matricularse en Formación Profesional. Soñaba con hacer Derecho y Criminología, y cuando terminó Segundo de Bachillerato hizo la preinscripción en la Universidad de Laguna. Pretendía cursar al menos la mitad de la carrera y luego el curso puente hasta Criminología, carrera que entonces era de segundo ciclo. Durante tres años todo fue bien: sus padres no tenían problemas económicos y ella se limitaba a estudiar y a salir, casi como cualquier otra chica de su edad. Iba año por año y nada hacía presagiar que pasaría a ser un número más en las estadísticas de abandono universitario. La crisis lo cambió todo. La pequeña empresa de la que dependía la economía familiar fue “arrasada” y Tatiana se vio obligada a buscar trabajo. Todos los empleos que ha conseguido desde entonces han sido en la hostelería. También todos han sido precarios e incompatibles con la vida universitaria. La primera vez que abandonó la Universidad de La Laguna lo hizo porque consiguió un trabajo a jornada completa y se planteó la opción de estudiar a distancia. Se matriculó en la UNED, pero el año acabó siendo un fracaso. Tras las complejidades burocráticas para convalidar asignaturas se encontró con poco tiempo para dedicar a los estudios. Con esfuerzo de su familia y con otros trabajos, Tatiana regresó a la ULL, pero tuvo que volver a abandonar. Este curso, cuando hizo la prematrícula, supo que no podría seguir. “Mi familia no puede pagar una matrícula de cuatro cifras”. Para intentar no perder otro año, esta joven tenaz buscó plaza en Formación Profesional. “Pensé que sería interesante estudiar un ciclo superior de Finanzas porque también me he planteado hacer Económicas o ADE, y así en el futuro podría convalidar asignaturas”.

Tatiana no pierde la esperanza y no deja de sonreír a pesar de todos los obstáculos a los que ha tenido que enfrentarse. FP nunca estuvo entre sus expectativas, pero la realidad cambió sus prioridades- “la matrícula de FP me costó 10 euros y la de Derecho 1.500”-, y ahora no cesa en alabanzas hacia sus profesores.

Nunca ha pedido una beca para estudiar. Primero no la necesitaba. Y ahora porque sus padres, a pesar de la crisis, tienen bienes (“otra cosa es cómo pueden estar: a la venta, embargados…”) y porque la declaración de la renta en función de la que te otorgan la ayuda hace referencia a dos años antes. La situación entonces no se parecía a la actual.

No sabe qué pasará los próximos años ni si la economía familiar mejorará, pero se niega a dejar de soñar. Piensa en pedir una beca cuando esté segura de cumplir con los requisitos y mudarse a alguna ciudad de la Península que oferte Criminología, que con el plan Bolonia dejó de ser una carrera de segundo ciclo para ser un grado. Por si esa posibilidad no termina de materializarse, hace tiempo Tatiana pidió formalmente a la Universidad de La Laguna que implantase Criminología. “Algunos profesores se pusieron en contacto conmigo y aplaudieron mi iniciativa, pero la respuesta fue que no y la razón, que no había dinero”.

El perfil de Tatiana parece indicar que encontrará su camino a pesar de las dificultades y que lo hará independientemente de si logra concluir una carrera – sigue convencida de que algún día, “aunque sea mayor”, lo conseguirá- o con un título superior de Formación Profesional debajo del brazo. Cuando lo haga, sabrá a quien agradecérselo: “Si algún día me conceden una beca lo que me gustaría es poder dársela a mi familia, por todo lo que han hecho por mí”.