X
Nombre y apellido>

Miguel Boyer – Por Luis Ortega

   

Ayer se cumplieron treinta y dos años de la primera victoria de la izquierda en las elecciones generales, de la más amplia mayoría en unos comicios democráticos y, por último, del fin de la Transición hacia la monarquía parlamentaria. El triunfo del renovado Partido Socialista Obrero Español, liderado por el joven Felipe González, plantó en las portadas de la prensa y en las pantallas de la televisión única los rostros de una serie de personajes que, en un breve lapso de tiempo, pasaron de la clandestinidad absoluta, o consentida, a la más amplia popularidad. Entre ellos, destacó un hijo de exiliados republicanos, nacido en Francia, licenciado en Ciencias Físicas y Económicas de brillante expediente y militante desde los años sesenta que, por su ideas intervencionistas, causaba pavor en los ámbitos financieros. Sin embargo, en su condición de ministro de Economía, Hacienda y Comercio, Miguel Boyer Salvador (1939-2014) tranquilizó a los poderes económicos y se significó por una estricta política monetaria, dirigida a controlar la inflación y por la expropiación de Rumasa, respondida con las extravagancias del patriarca de un clan que, tres décadas después, volvió a las viejas andadas con la Nueva Rumasa. En sus tres años de política activa chocó frontalmente con el ideólogo Alfonso Guerra que denunciaba su “tufo y mañas liberales”. Dimitió en 1985 y, poco después, del brazo de la filipina Isabel Preysler, con la que tuvo relaciones poco después de su acceso al ejecutivo, entró de lleno en el papel cuché y las exclusivas de Hola, construyó una mansión de dos mil metros cuadrados y trece cuartos de baño, y actuó como asesor de capitales aventureros (los Albertos, Cortina y Alcocer), consolidados (las hermanas Koplowitz, ricas de solemnidad y esposas que fueron de los primos de la gabardina) y empresas del Ibex. En un giro que no causó excesiva sorpresa, Boyer alabó el programa económico del Partido Popular en 1996 y, avalado por Aznar, entró en la Faes donde permaneció hasta 2012, cuando recuperado de un ictus cerebral, se reconcilió y celebró con sus viejos compañeros los treinta años del primer mandato socialista. Tras su fallecimiento, ocurrido hace un mes a causa de una embolia pulmonar, coinciden tirios y troyanos en alabar su inteligencia y decisión en un difícil momento económico y los plumillas de la casquería en ponderar su educación y prudencia como consorte de la reina de corazones, como llaman a la ex de Julio Iglesias.