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La carrera petrolífera: un problema geológico y jurídico

   
El catedrático José Mangas insiste en que el peligro está en los barcos que cruzan las Islas. / DA

El catedrático José Mangas insiste en que el peligro está en los barcos que cruzan las Islas. / DA

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Todavía no se sabe cuánto hay ni de qué calidad es, pero sí que la geología juega a favor del más rápido y que las lagunas legales no son buenas consejeras. En todo el margen continental africano hay una gran cantidad de sedimentos que se han ido acumulando a lo largo de 200 millones de años y al madurarse la materia orgánica que contienen han generado reservas de petróleo y gas. Ahora, España y Marruecos se encuentran en plena carrera para extraer los hidrocarburos de los fondos marinos. El problema es que este empeño se está llevando a cabo sin abordar importantes incertidumbres científicas y jurídicas: los dos países no han llegado a un acuerdo oficial sobre el trazado de la mediana -sirve para delimitar los derechos de explotación, pero también para repartir responsabilidades- y la porosidad de las rocas permite la migración de los hidrocarburos líquidos y gaseosos; es decir, que una multinacional puede pinchar en el lado -oficioso- marroquí y sacar petróleo ubicado en la zona canaria próxima, y viceversa.

“El petróleo y el gas pertenecen al primero que lo extraiga”. La sentencia, que no deja espacio para la duda, es de José Mangas, catedrático de Geología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y miembro del Instituto de Oceanografía y Cambio Climático (IOCAG, ULPGC). El experto explica que las empresas “no saben qué esconde el subsuelo marino hasta que sondean”, pero que en todo el margen continental africano existen “trampas” de petróleo y gas. Estas trampas, que técnicamente se denominan diapiros salinos, son estructuras verticales salinas que han penetrado por las rocas sedimentarias del margen continental, generando fracturas y numerosos huecos donde se puede acumular el petróleo y el gas natural. En el lado canario hay unos doce diapiros salinos, detalla, pero en el área marroquí existen más de cien. “Repsol no sabe todavía qué tipo de hidrocarburos (petróleo crudo y gas natural) va a encontrar en su exploración. Solo se sabe que una de las perforaciones de exploración de los marroquíes ha confirmado que son hidrocarburos pesados y que no merece la pena extraerlos”. Sin embargo, la permeabilidad de la rocas hace que sea fácil que se produzcan movimientos de los hidrocarburos y trasvases. O, dicho de otra forma, “ocurre como cuando dos vecinos hacen un pozo para extraer agua: si uno lo hace a mayor profundidad que el otro en un mismo acuífero, el más profundo va a estar más tiempo sacando agua, mientras que el otro pozo menos profundo se seca”.

A estas complicaciones técnicas, que afectan a la rentabilidad de las empresas interesadas en operar en la zona, pero también a los gobiernos que otorgan las licencias o que participan en la explotación (caso de Marruecos), se unen los que se desprenden de la inexistencia de una frontera marítima y el añadido de que parte de esos recursos pueden hallarse en aguas del Sáhara Occidental. Marruecos cuenta con más de 3.000 kilómetros de costa, de los cuales aproximadamente 1.000 corresponden a territorios no autónomos, un espacio que tradicionalmente ha despertado mucho interés por los recursos que alberga: en la primera mitad del siglo XX destacó por el atractivo de la pesca; en la segunda mitad, cuando España abandonó su condición de iure y de facto de potencia administradora, por los hallazgos mineros; y ahora por el banco de pesca, el fosfato y el petróleo.

Un documento reciente publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), el think tank dependiente del Ministerio de Defensa, reconoce la influencia de esta carrera petrolífera en las relaciones hispano-marroquíes. Es reseñable que el artículo, que no implica la opinión de la entidad, fue firmado con un seudónimo, y que en el documento se especifican las dificultades añadidas que supone la conexión geológica. El propio instituto ha explicado a DIARIO DE AVISOS que solo accede a publicar artículos sin firma “en casos excepcionales, cuando lo pide el autor por motivos de seguridad”. En el documento marco se puede leer: “La ubicación de las Islas se encuentra en torno al paralelo que separa el territorio soberano de Marruecos del territorio sobre el que ejerce la administración (el Sáhara Occidental, pendiente de descolonización, según Naciones Unidas). De aparecer petróleo y ser rentable económicamente, es probable que se pueda activar algún viejo conflicto, económico y político, entre ambos países. España ha reforzado su presencia militar, aunque oficialmente se ha argumentado que responde a razones vinculadas a las migraciones y la posible presencia de células de terrorismo integrista”.

En Canarias, mientras, el Gobierno autonómico ha encargado una encuesta pormenorizada a las dos universidades canarias para conocer la opinión de los ciudadanos. La iniciativa sustituye -aunque no es equivalente- a la fallida convocatoria de una consulta popular, que fue recurrida ante el Tribunal Constitucional por el Ejecutivo central. El presidente Paulino Rivero arguye que las prospecciones ponen en riesgo el modelo económico de las Islas, que pende del turismo. Sin embargo, no todos los especialistas están de acuerdo. Mangas, por ejemplo, subraya el riesgo “mucho mayor” que hay de que se produzca un desastre por los buques que cada día transitan por las “autopistas marítimas” entre Gran Canaria y Fuerteventura y Gran Canaria y Tenerife. “No creo que estemos preparados para responder si se produce una tragedia como la del Exxon Valdez”, dice recordando el trágico accidente de un barco cargado de crudo en Alaska. Es consciente de que sí se cuenta con planes de emergencia, pero advierte de que eso no implica que se disponga de los recursos para atender una emergencia de esas características. Además, a este peligro se suma el hecho de que España solo puede exigir a Repsol que cumpla con la legalidad española, pero “no puede hacer nada” con todas las empresas canadienses, francesas o norteamericanas que decidan trabajar en la zona.

El análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos va más allá, y propone que el interés real de España no se limita a la extracción de hidrocarburos comercializables. “El interés de España no está en su participación directa en proyectos en el Sáhara, sino en los conflictos que con Marruecos se puedan derivar como consecuencia del inicio de las exploraciones en las costas de Fuerteventura y Lanzarote y en las proximidades a la costa de Sidi Ifni”. No hay que olvidar que Europa usa a Marruecos como su “gendarme” en temas de inmigración y que los acuerdos de pesca entre la Unión Europea y Marruecos, que incluyen el banco sahariano, benefician especialmente a pescadores canarios. Por todo ello, en el análisis se insiste en la importancia de este asunto: “No está fijada la línea de separación de la Zona de Exclusión Económica entre Marruecos y España en torno a las Islas Canarias, lo cual puede ser una fuente de conflicto en el futuro. Con independencia del interés directo o no en activos económicos del Sáhara, la posición que los países mantienen en cuanto a la cuestión del Sáhara Occidental es determinante para las relaciones bilaterales de Marruecos”. España ha optado por una posición ambigua, que le permite mantener relaciones diplomáticas y económicas muy fuertes tanto con Marruecos como con Argelia, el aval de los saharauis. No reconoce como estado a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), pero ha sido uno de los principales donantes de ayuda oficial al desarrollo y ayuda humanitaria a los campamentos de refugiados.

Las prospecciones petrolíferas canarias son, por tanto, un problema local y nacional, pero también un tema capaz de generar una disputa internacional.