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“Si te pasas el día redondeando anillos para que sean suaves, el trato a tu equipo debe ser igual”

   
La diseñadora posa en el Hotel Atlántida, donde tuvo lugar el curso de la UIMP. /  FRAN PALLERO

La diseñadora posa en el Hotel Atlántida, donde tuvo lugar el curso de la UIMP. / FRAN PALLERO

VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

Helena Rohner es de esas mujeres elegantes que parece que camina con un libro en la cabeza. Elegante, sencilla y extremadamente cautivadora. Cuando hablas con ella, intuyes que su talento creativo la ha acompañado siempre pero no como una furia, sino como una constante vital, serena. Sus diseños son también elegantes y serenos. Es canaria (nació en Gran Canaria en 1968) aunque reconoce que mucha gente no la identifica con las Islas e, incluso, la consideran extranjera. Dice, medio en broma medio en serio, “traíganme más”. Y lo dice con razón porque pese a triunfar en todo el mundo y ser un ejemplo de diseñadora canaria que triunfa, en las Islas nunca (o casi nunca) la invitan a participar en actos relacionados con la moda. Ese casi nunca viene, precisamente, porque la semana pasada estuvo en Tenerife para formar parte del grupo de profesores del curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) La Moda. Marca e Identidad, que tuvo lugar en el Hotel Silken Atlántida de Santa Cruz de Tenerife. Una acción formativa que dirige Sara de la Cuesta Taboada donde los alumnos pudieron aprender de personas como esta diseñadora o de sus compañeros Fernando Lemoniez o Álvaro Castejón y Arnaud Maillard que trabajan bajo la marca Alvarno. Entre algunos de los ponentes estuvieron la relaciones externas para España y Portugal de Chanel, Assunta Jiménez-Ontiveros o el sociólogo especialista en moda, Pedro Mansilla.

Un programa de lujo que sirvió a muchos diseñadores y estudiantes de moda para ampliar sus conocimientos pero, también, a otros perfiles profesionales como abogados o periodistas que pudieron reflexionar sobre marca personal.

-¿Por qué diseña joyas?
“Porque no soy capaz de hacer escultura… No, en serio, la verdad es que fue un poco por azar. Hice un curso de joyería en Florencia y me gustó mucho. La verdad es que con el proceso del tiempo… me ha ido apasionando este sector porque la joya te permite usar muchos materiales diferentes. Me encanta el metal en general sea plata, oro, latón, cobre… y me gusta mucho estar conectada con la moda sin hacer moda”.

-La joya es mucho más simbólica que la vestimenta… sin duda.
“Una joya tiene una historia mas atávica. El hombre ha diseñado joyas desde siempre y son una manera de interpretar la individualidad”.

-¿Qué opina de la idea extendida de que las joyas son algo elitista?
“La joya se vuelve parte de ti. Hay una visión equivocada de que la joya es una inversión. Por ejemplo, las niñas indias llevan las pulseras de oro como su salvaguarda por si les pasa algo. Sin embargo, eso hoy en día no tiene sentido porque aunque una joya sea de oro y diamantes, lo que se paga realmente es la mano de obra. Ya la joya no tiene que ser de materiales nobles… por ejemplo, hay una joyera que diseña piezas con piedras de la playa… coge un material muy común y le da esa nobleza”.

-Además, la joya es ese elemento que se pasa de madres a hijas…
“Sí. Es mas fácil heredar el anillo de tu abuela que la cómoda… puedes guardarla y llevarla contigo. La joya verdaderamente tiene una carga emocional muy grande y forma parte de la persona. Te puedes disfrazar con ropa pero con las joyas, no…, son piezas especiales y con contenido…, bien porque te la habías encontrado en la playa, porque te lo regaló tu chico…, tienen una carga emocional muy fuerte”.

-¿Era la típica niña que se pasaba horas mirando el joyero de su madre?
“Mi madre era muy hippie y no tenía grandes joyas. Era más de cordones de plata. Lo que sí recuerdo era que teníamos el joyero de Carnaval de mi abuela, que era de Tenerife. Tenía cosas maravillosas y muy llamativas, como pendientes en forma de racimos de uva, collares de madera, accesorios de muchos colores…, además, de pequeña iba mucho a las mercerías a buscar objetos con los que hacer cosas…”.

-Con estos antecedentes, lo de hacer el curso de joyería en Florencia no sería tanta casualidad…
“En la vida haces un montón de cosas que no pensabas que ibas a hacer. Yo quería estudiar Botánica marina… luego, Ciencias Políticas…, y lo de las joyas fue porque quería hacer alguna actividad artística. Fui a inscribirme a un curso de fotografía y como estaba lleno, hice el que estaba anunciado al lado: de joyería. No es tanta casualidad porque mi padre hacía marionetas en casa, mi madre tejía y, en realidad, no era tan raro que hiciera algo artístico. Siempre he sido muy tenaz, cuando quería algo iba a por ello. Seguí con mi carrera estudié políticas y quise hacer joyería: busqué trabajar con joyerías importantes busqué vender a Barney’s y lo conseguí. Mucha gente dice que he tenido suerte, pero he tenido mucha constancia y trabajo para que esto ocurra”.

-¿Cómo se realiza el cambio de hacer joyas a convertirse en una empresaria que distribuye en todo el mundo?
“Fue hace 18 años, cuando Barney’s se fijó en mi trabajo en París. Me vi vendiendo a Nueva York y a Tokio con una gran producción. Me pagaron un dinero que nunca había tenido y entonces fue cuando pensé que tenía que montar una empresa. Ya empecé a alquilar estudio, a ir a todas las ferias…, y encontré un agente japonés que me ayudó. Fue todo muy lioso pero mi padre me guiaba porque siempre ha sido un hombre de negocio y su apoyo fue fundamental…, fue quien me dijo que tenía que montar una SL y cosas así…”.

-¿Qué opinión le merece el diseño que se hace en Canarias?
“Desgraciadamente sé muy poco porque nunca vengo. Desde aquí hago una llamada: tráiganme. Soy de aquí y hay escuelas pero nunca me han llamado para dar una clase o una charla. En mi caso, hay gente que no sabe que soy canaria, conozco gente muy creativa en las Islas. Diseño hay y arte hay. Pero tengo que reconocer que salí con 16 años de aquí y no estoy muy al tanto de lo que se mueve. Se que hay mucha creatividad y conozco a muchos diseñadores que están en Madrid. Muchos van y regresan porque, realmente, quieren vivir en Canarias aunque saben que en Madrid hay mucho más movimiento para su trabajo”.

-¿Qué puede llegar a representar una pieza de Helena Ronher?
“Cuando uno diseña, uno expresa lo que quiere, lo que siente que el mundo necesita de mi. Ese es mi trabajo, es mi expresión, es un poco de mi alma. Son piezas que mimo y toco y eso que hago muchas pues tengo dos colecciones al año con 90 piezas cada una y todas tienen una historia. Hay piezas mucho mas redondas, porque sus materiales encajan mejor. Temporada tras temporada, hago una selección y mantengo solo veinte. Hay que recordar que el diseño no es solo arte sino arte aplicado al cuerpo, al uso. Desde el vaso que funciona bien para beber hasta el borde del anillo que tiene que ser suave y, además, se tiene que producir”.

-¿Qué tienen esas 20 piezas que se mantienen?
“Son las que encajan, las que me identifican más. A lo largo de la historia superdiseñadores han hecho cosas más apropiadas con el momento y otras más atemporales”.

-Sus colecciones más recientes tienen bastante color, cosa curiosa en joyería… ¿Por qué?
“No creo que tenga más color que los de antes, siempre he trabajado con el color y ha sido una de mis señas de identidad. He tenido épocas solo de plata y madera y piedras que no son tan fuertes de color. Hace dos años hice varios cambios en mi vida y la temporada 2013 de repente tenía mucho color. La campaña publicitaria la protagonizaba una chica muy sexy. Esa reacción tuvo que ver con que hay tanto pesimismo alrededor de nosotros por la la crisis y decidí que teníamos que ser dinámicos y potentes. Las piezas de este invierno tienen mucho color… en realidad es algo que se va haciendo y no se sabe bien por qué”.

-Helena Rohner es una marca que se vende mucho más en el extranjero que en España: París, Nueva York, Dubai, Japón… ¿Cómo mantienes esa internacionalización?
“Hay una estrategia de internacionalización. Desde que empecé hace 18 años he estado yendo a París dos veces al año y nunca dejo de ir a las ferias de Nueva York o Florencia… La internacionalización se logra mimando esos contactos fuera”.

-¿Su marca es algo planificada o ha fluido y se ha convertido en lo que es?
“Desde el principio hice unas piezas muy personales y siempre, por testadura o tenaz, he hecho piezas que me gustaban mucho a mi. Siempre he intentado conectarme con mi interior. He intentado ser muy auténtica para bien o para mal y esa honestidad, inevitablemente e indirectamente, ha creado marca también. Siempre he apostado porque mi nombre es mi marca, no he cambiado el logo en 18 años, porque esta soy yo. Si eres una cosa, tu energía debe concentrarse en proteger lo que eres mas que en intentar cambiar. Todo está conectado con la parte personal también. Tiene que ver con la gente con la que trabajas. Si te pasas el día redondeando esquinas para que los anillos sean suaves, tu trato con los demás tiene que ser así también. La marca la creas a base de tesón y de trabajar mucho. Las grandes empresas le dedican mucho tiempo al márketing, al estudio de mercado, a la proyección de venta… pero cuando eres una minipyme funcionas más con intuición y olfato. Cuando ves que los japoneses no compran tanto, te escoras hacia Estados Unidos… el mercado te va dando sorpresas”.