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El Supositorio se marcha a conquistar la capital

   
El grupo humorístico tinerfeño actuará por primera vez en Madrid este mes./ CANARIAS GRÁFICA

El grupo humorístico tinerfeño actuará por primera vez en Madrid este mes./ CANARIAS GRÁFICA

MARIAM R. JAUBERT | Santa Cruz de Tenerife

Jorge Galván, Domingo y Francisco Efegé, Conrado Flores y José Juan Ramallo estudiaron en el mismo colegio, pero no eran un grupo de amigos. Tres de ellos coincidieron en el instituto, pero tampoco fueron pandilla. Cada uno cogió caminos distintos en la vida, pero se encontraba por ahí y se contaban sus cosas (en palabras suyas). Fue el origen de El Supositorio, un  grupo de humor tinerfeño que lleva ya quince años cosechando éxitos. El último, su espectáculo En cuarentena, que cerró temporada, como es habitual en ellos, en el Teatro Leal de La Laguna, pero con el que viajarán en breve en su debut en Madrid, en el teatro La Latina

- ¿Cómo surgió la posibilidad de ir a Madrid?
“Era una experiencia pendiente, un anhelo. Ya nos conocían en península y consideraron desde una productora que este era nuestro espectáculo más exportable, más divertido y con mayor carga de gags. Nos ofrecieron dos escenarios y elegimos La Latina”
- ¿Han tenido que hacer modificaciones en el show para su futuro público?
“Mmmm. Sí. Hay elementos en algunos sketchs en los que determinadas referencias se perderían si no se hicieran modificaciones. No cambia el fondo, pero alguien que no fuera canario no pillaría el texto original”.

A la entrevista se van sumando poco a poco, por lo que la voz cantante la llevan Conrado y Paco. No porque sean más habladores, sino porque llegan antes a la cita. Hay que recordar que cada uno tiene su propio trabajo y sus obligaciones familiares”

- ¿Cómo crean?
“Todos aportamos ideas. A uno se le da más los diálogos. Otro es muy recurrente y es el que remata el gag. Cada cual aporta lo suyo. Somos cinco personas muy diferentes y esa amalgama extraña que resulta de su fusión propicia resultados. Y tenemos mucho trabajo en la maleta”

Insisten en que ellos no hacen “sangre” de los personajes habituales, del débil. “Nos burlamos del vivo, del canalla…”. Además remarcan que tienen unos niveles mínimos de calidad sin los que no habría espectáculo. “Si no tenemos material escrito lo suficientemente bueno, preferimos que no haya espectáculo”. Y es que se definen principalmente como guionistas y narradores de historias. De hecho, todo surgió el día que a Paco le ofrecieron la oportunidad de colaborar en Radio Unión. Se llevó con él a esos amigos a los que “veía por ahí y se contaban sus cosas”. Enseguida se creó Chigüesque, ese pueblo ficticio que tantos éxitos les procuró. Instintivamente, las ideas radiofónicas se convirtieron en sketchs fácilmente adaptables al teatro. Comenzaron a rodar material audiovisual con una cámara de fotos y la idea de Domingo de subirlo a Youtube fue un éxito. Gente del medio se les ofrecía para ayudarles y nació el primer corto: En el sótano se oyen rollos. No vayas. Fue el primero que se pudo mostrar a una sala llena de público (el cine Víctor) y que provocó la carcajada de los asistentes.

Fue entonces cuando les pidieron que presentasen un proyecto para televisión. Lo hicieron, lo transformaron en un programa piloto y el mismo día que lo presentaron les dijeron que comenzarían a emitir en la Televisión Canaria en dos semanas. ¡A trabajar!

Juntos se divierten, escriben rápido, potencian historias…Admiten que les “flipa” el nivel de fidelidad de su público. Es lógico que les sigan a donde vayan. Además de su talento, tienen la buena costumbre, siempre que pueden, de despedir a los asistentes a la salida del teatro.

Dicen no sentir demasiados nervios ante la idea de debutar en Península. “Debe ser la edad, que ya nos hace sentir más seguros”. Y es que han llegado los cinco a la cuarentena (de ahí el título de este último espectáculo). Tras quince años de actividad, el cuerpo les pide hacer un recopilatorio. Material de sobra tienen

Se nota que se conocen bien y que disfrutan juntos. Madrid será pan comido para ellos. ¡Mucha m…!