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Varios cientos de kilómetros más lejos – Por Carlos Alonso

   

Uno de los frentes que tenemos permanentemente abiertos en el Cabildo de Tenerife es la conectividad. Estamos ocupados y preocupados porque la Isla de Tenerife esté cada vez más y mejor conectada. Con sus mercados emisores de turismo, con el resto del Estado, con los nuevos tráficos emergentes africanos, con las redes de datos de Europa y del mundo.

Estar más conectado, en el más amplio sentido de la palabra, es ser más libre. Es tener más garantías de una mejor y mayor información. Es tener más controlados los recursos de los que se alimenta nuestro mercado turístico.

Cuando España se integró en la Unión Europea, los canarios aprendimos a explicarnos ante Bruselas demostrando con hechos objetivos que la insularidad y la lejanía son handicaps de los europeos que vivimos en este Archipiélago. Y Europa nos entendió. Así se recogió en diferentes niveles de la estructura legal de la Unión el concepto de ultraperiferia que rige para Canarias y que se traduce en medidas excepcionales y especiales que se toman con los canarios y algunos otros europeos residentes en archipiélagos alejados del continente.

Si esto, tan evidente, lo entendió la Unión Europea en unos pocos años, ¿cómo es posible que sea ignorado una y otra vez por nuestro propio Gobierno de España? En casa del herrero, cuchara de palo. Canarias está perdiendo conectividad porque el Gobierno central ha declinado las obligaciones extraordinarias que tenía con estas Islas. Porque han mermado o han desaparecido las normas y herramientas especiales que estaban destinadas a compensar a los dos millones de ciudadanos que habitamos un archipiélago extraordinario pero situado a más de mil kilómetros del continente europeo y el resto del Estado. Lo hemos vivido con la desaparición de los convenios de carreteras, de obras de infraestructura turística, de los fondos de empleo o de las subvenciones al agua desalada. Lo estamos viviendo con la negativa a conceder a Canarias y a Tenerife la quinta libertad aérea porque el crecimiento de los aeropuertos canarios perjudicaría a Barajas. O con la exigencia de ese certificado de residencia al que muchos canarios llaman ya jocosamente “certificado de residencia indígena”, el mejor ejemplo de la dejadez y la falta de preocupación del Ministerio de Fomento con las Islas Canarias.

Nuestros deportistas, por ejemplo, pueden ser testigos de que hoy estamos más lejos que nunca del resto del Estado. Esto es el mundo al revés. Quienes se dicen “españolistas” abdican de preocuparse por sus territorios más alejados y a quienes nos acusan de excesivamente nacionalistas nos preocupamos porque nos sentimos expulsados del resto del Estado.

El Cabildo de Tenerife ha destinado este año 180.000 euros para ayudar en sus desplazamientos a competiciones oficiales a deportistas, clubes y federaciones de nuestra isla. Además, este año y por primera vez hemos dedicado 75.000 euros a las ayudas al desplazamiento en la Isla para deportistas federados menores de 18 años. Lo hacemos porque la Administración no nos garantiza que nuestros deportistas puedan competir en igualdad de condiciones a los del resto del País. Así, el Consejo Superior de Deportes español dedicó este año sólo 500.000 euros a ayudas de deportistas de Canarias, Ceuta, Melilla y Baleares, retirándolos de la inversión en mejora de instalaciones deportivas. Un pequeño Cabildo dedicando proporcionalmente más recursos que el “poderoso Estado español”.

En tiempos donde todo el dinero es poco para atender a la creciente pobreza y a las familias, ayudar a los deportistas y clubes constituye un gran esfuerzo. Pero lo hacemos porque nuestra Isla tiene que seguir cuidando también el mundo del deporte y la competición.

Es un esfuerzo que a veces nos deja mal sabor de boca. Sobre todo si nos comparamos. El nuevo Gran Canaria Arena, el pabellón de baloncesto de nuestra vecina isla, costó 70 millones de euros. Sólo el videomarcador costó un millón y medio de euros, el triple de lo que destina el Gobierno central a los desplazamientos de deportistas canarios, de Baleares y de Ceuta y Melilla. La obra fue financiada por el Cabildo de Gran Canaria, el Gobierno de Canarias, que puso 10 millones, y el Gobierno de España. Es todo un contraste que haya tanto dinero para tan poco (aunque sea importante) y tan poco dinero para tantos.

En tiempos de enorme dificultad económica seguimos luchando para ayudar a nuestra gente. A nuestros deportistas. Protestamos y nos quejamos del abandono al que se nos tiene sometidos. Pero hacemos cosas para arreglarlo. A dios rogando y con el mazo dando.

*Presidente del Cabildo de Tenerife