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Canon de belleza – Por Andrés Brito

   

Recientemente, una persona, mujer de mediana edad, puso en marcha conmigo un proceso de coaching con el objetivo de “ser más elegante”. Intrigado, dado que a mí ya me parecía bastante atractiva, le pregunté para qué quería conseguir eso. Su respuesta me sorprendió: “Para que me tomen más en serio cuando hablo”. Por lo visto, ella creía que su entorno social valoraba más cómo se iba vestido que el contenido de la conversación. Esta anécdota me llevó a pensar si dicha creencia no será un mal endémico de una sociedad en la que la imagen tiene un peso tan acusado.

Todos hemos visto esos programa de televisión en los que se transforma a la gente, algunos sencillamente indicándoles cómo se han de vestir o maquillar y otros, más contundentes, aplicando cirugía estética. Si bien los resultados son espectaculares, es evidente que lo que se persigue con dicha transformación es adecuar a la persona a los cánones de belleza imperantes. Una conclusión que he sacado es que no hay persona fea sino mal arreglada, y también que el cambio produce un profundo impacto en la personalidad del sujeto. La Barbie ha sido objeto de críticas dado que nos muestra a una joven de medidas inhumanas cuya vida parece centrarse en comprar vestidos y pasárselo de maravilla con sus complementos de alto standing, pero no creo que tenga más efecto en la personalidad de quienes juegan con ellas que los monstruos o los soldaditos. ¿Cuál es tu canon de belleza? ¿En qué se parece y en qué se diferencia del canon imperante? ¿Hay algún cambio que te gustaría hacer en tu imagen? ¿Para qué quieres cambiar esa parte de ti con la que no estás completamente conforme? ¿A quién quieres complacer con dicho cambio?

www.andresbrito.com