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Pedro H. Murillo

La universidad de la vida – Por Pedro H. Murillo

   

Se ha hablado mucho sobre la formación de los representantes políticos y directores generales. Y no es para menos. La gestión de la cosa pública debe estar en manos de los mejores o eso es lo que los griegos parieron hace milenios en el montaje democrático primigenio. Así, en su República ideal, Platón defendió el papel de los filósofos como gobernantes mientras que relegó al ostracismo a los poetas y las mujeres, por ese orden. Afortunadamente, en la actualidad los logros sociales han abierto las puertas a las mujeres a la política mientras que los poetas nos mantenemos en un segundo plano porque, básicamente, no solemos andar muy bien de la cabeza. Cuando observamos el nivel cultural de nuestros políticos- no citaré nombres- resulta bochornoso. En el caso del Congreso, por ejemplo, se ha instaurado el navajeo dialéctico en detrimento de cualquier atisbo de calidad oratoria. Y así, los reproches entre sus señorías rozan lo pueril siempre y cuando nos mantengamos despiertos el tiempo suficiente.

Según un último estudio, el 77 por ciento de los diputados nacionales tienen una licenciatura y en esto de la titulación se va por barrios: licenciaturas de Económicas e Historia en la izquierda y Empresariales y Derecho en la bancada conservadora. En este punto, es una obviedad el recordar que una cosa es tener una licenciatura y otra tener cultura, es decir que puedes ser titulado y no tener ni la mas remota idea de qué demonios es el REF o quién es Ortega y Gasset. Esta falta de cultura general es tan lamentable como los discursos que se perpetran en las cámaras en donde el nivel se sitúa en una aceptable declamación de Bachillerato. Por eso, no me extraña que se valore mas el oficio aunque uno no tenga ni la mas remota idea de quién es Plácido Jason o Nicolás Estévanez. Un craso error, porque el inculto siempre ostenta su complejo de inferioridad con una arrogancia insoportable e incluso haciendo gala de una mala educación insultante. Así las cosas, son muchos los que han depositado su confianza en sujetos que se han educado en la Universidad de la vida; facultad que impone títulos que puede preñar para la posteridad a genios como Miguel Hernández o a auténticos imbéciles. Por todo ello, no es de extrañar que los políticos sean considerados un problema por la ciudadanía, concretamente el cuarto según el ultimo estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas. Así que aplíquense.