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El antifútbol

   
Ifrán lamenta una de las pocas ocasiones que tuvo el equipo y que desperdició. / SERGIO MÉNDEZ

Ifrán lamenta una de las pocas ocasiones que tuvo el equipo y que desperdició. / SERGIO MÉNDEZ

MARTÍN – TRAVIESO | Santa Cruz de Tenerife

El último partido de la primera deparó para el CD Tenerife un triste espectáculo. Apatía, desinterés y poca ambición mostraron los jugadores blanquiazules, que empataron de manera triste con un Numancia que jugó a no perder y logró su propósito. Así el cuadro de Cervera concluye el primer tramo de la temporada. O mucho mejora el equipo en la segunda vuelta, o la salvación será un anhelo por el que habrá que luchar mucho.

De lo más destacable del partido fue el debut de Dani Hernández en la portería tinerfeña. El meta hispano-venezolano llegó a la Isla el pasado viernes. Ese mismo día trabajó en solitario con el preparador de porteros y ya el sábado entrenó conjuntamente con el grupo. Solo esa vez coincidió con los que ya son sus nuevos compañeros. Pues eso no fue obstáculo para que Cervera le entregase la titularidad por delante de un Roberto defenestrado.

Desde que el colegiado señaló el inicio del encuentro, se vio claramente que lo que se avecinaba durante 30 minutos iba a resultar un calvario para los espectadores. Los dos contendientes aburrieron al personal durante la primera media hora con sus reiteradas imprecisiones e indecisiones. Durante ese período, ninguno de los dos equipos fueron capaces de acercarse con peligro a las áreas. Así, el Tenerife tuvo sus momentos y el Numancia los suyos, pero ambos fueron bien neutralizados por las defensas rivales.

Fue el equipo numantino el primero en inquietar al meta Dani, Disparó desde la frontal Íñigo en el minuto 32, pero reaccionó bien el debutante. Hizo igual cuando Julio Álvarez, con un lanzamiento de falta desde la banda derecha, probó fortuna en el 39. Sobre la raya de gol detuvo el hispano-venezolano.

El Tenerife tampoco ofreció mucho más. Unos cuantos centros medianamente interesantes, obras de Suso y Víctor, pero que no encontraron remate, fueron el escaso bagaje ofensivo de los blanquiazules. Hubo que esperar hasta casi el descanso para ver una acción de mediano peligro.

El portero del Numancia, Munir, falló en una salida al no golpear con precisión el balón, balón suelto que aprovechó Diego Ifrán para controlarlo, deshacerse de su marcador y disparar a puerta. El esférico se le por encima del larguero. Fue la mejor ocasión del Tenerife en los primeros 45 minutos de partido.

Tras el paso por los vestuarios, el escenario no varió. La película siguió siendo igual de mala y de perjudicial para este deporte llamado fútbol. Si es que a lo que ayer jugaron Tenerife y Numancia se puede llamar fútbol.

Y eso que el segundo acto comenzó con una acción que presagiaba que algo podía cambiar. Minuto 49. El pichichi local probó con un lanzamiento directo de una falta donde le pegó por fuera de la barrera y puso en aprietos a Munir, quien despejó a córner con los puños.

Poco después, a los 63 minutos de juego, Aitor Sanz llegó a plantarse ante el portero para golpear con fuerza al lateral de la red, en lo que sí fue una destacada ocasión de gol. Víctor también lo intentó con un disparo de zurda que salió fuera por poco (71).

Luego poco a poco fue el Numancia el que se fue apoderando del partido, pero sin excesiva continuidad y con muy poco acierto. Eso sí, metió el miedo en el cuerpo a todos los presentes en el estadio cuando Íñigo Pérez, en el minuto 81 y con su tercer disparo del partido, lanzó un misil con la zurda desde la frontal que se estrelló directamente contra el larguero. Luego fue Vicente el que lo intentó, pero esta vez el cancerbero pudo atajar el balón. Así, sin que ninguno de los dos equipos lograra superar la defensa y al portero rival, el partido fue languideciendo. Ni siquiera los cambios efectuados por el preparador ecuatoguineano mejoraron sustancialmente al equipo. Salieron del terreno de juego Cristo Martín y un Víctor que cada vez lo hace mejor, mientras que entraron al campo Ricardo y Guarrotxena.

Justamente la última ocasión de cambiar el resultado la tuvo el vasco, pero ayer nadie fue capaz de darle otro rumbo a un soporífero encuentro que acabó tal y como empezó.