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La crisis pasa factura a los inmigrantes

   
fuente: datos facilitados por obecan a través del servicio público de empleo estatal dependiente del ministerio  (SePE) / DA

fuente: datos facilitados por obecan a través del servicio público de empleo estatal dependiente del ministerio (SePE) / DA

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Menos empleo para todos, pero especialmente para los extranjeros. Desde que empezó la crisis, el mercado laboral se ha vuelto inaccesible para muchos ciudadanos que vinieron a las Islas en tiempos de bonanza. Según el Observatorio Canario de Empleo (Obecan), en 2007 se registraron 159.207 contratos a inmigrantes en el Archipiélago, pero en 2014, en cambio, solo se firmaron 98.166. Es decir, la reducción fue de 61.041 empleos. En medio de este desolador panorama, cada uno eligió un camino diferente: algunos consiguieron la nacionalidad y siguieron buscando empleo, pero otros volvieron a sus países de origen o cambiaron de residencia con la esperanza de hallar mejor suerte.

La caída de las contrataciones no afectó de igual manera a todos los campos. La construcción, un sector que tradicionalmente ha acogido a mano de obra foránea, fue el que más pérdidas registró. De 9.086 contratos se pasó a 4.726. La industria no experimentó grandes transformaciones y se mantuvo alrededor de los 1.500 contratos. El comerció sí subió levemente
-pasó de 10.115 a 10.998-, pero el sector más potente fue, sin duda, la hostelería, que pasó de 30.599 contratos a 50.356 en esos siete años.

A este retroceso hay que sumar, además, el hecho de que los inmigrantes son uno de los colectivos que ha visto deteriorarse con más virulencia su situación laboral. Según un estudio elaborado por el Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo (QUIT) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la crisis ha frenado la integración laboral y social de los inmigrantes: sus condiciones de trabajo han empeorado en mayor medida que las de los autóctonos. El Obecan precisa, no obstante, que no todos los extranjeros han sufrido la crisis de la misma manera. Destacan los de Marruecos (de 14.558 a 8.841 contratos), Ecuador (de 6.463 a 1.713), Portugal (de 5.173 a 2.015), Reino Unido (de 5.173 a 2.015), Cuba (de 9.947 a 6.948), Argentina (de 6.838 a 2.722) o Chile (de 2.007 a 1.025), comunidades con mayor presencia en el Archipiélago. Los ciudadanos de China (de 4.090 contratos se pasó a 4.158), India (de 1.111 a 1.303) o Bulgaria (de 1.360 a 1.586) son de los pocos que van a contracorriente y consiguen más contratos.

Los datos se corresponden con las conclusiones de la investigación del QUIT. Este documento, coordinado por el catedrático de Sociología Fausto Miguélez y el profesor Pedro López-Roldán, destaca que, a pesar de la fuerte destrucción de empleo, no ha habido una alta movilidad geográfica como estrategia de supervivencia, pero sí sectorial. Los expertos deducen de las miles de entrevistas efectuadas en toda España, incluida Canarias, que la crisis no ha incentivado el cambio de residencia porque “aunque hay diferencias notables en términos de desempleo entre regiones y provincias, ninguna de estas se ha caracterizado por ser muy creadora de empleo”, y porque la mayoría de los residentes en España tienen una vivienda en propiedad.
A ello hay que unir que hoy se crean muchos menos empleos y de peor calidad que en el período de expansión, es decir, no hay incentivos para cambiar de ciudad más allá de la supervivencia. “Quienes más probabilidades tienen de moverse son los parados de larga duración, jóvenes y con contratos temporales, precisamente porque no tienen empleo y están en una edad en la que moverse no comporta demasiados problemas. Por tanto, tenemos bastante fundamento para pensar que esa movilidad es obligada”, explican los expertos. Así y todo, también se detectan mudanzas voluntarias, “en particular de jóvenes que han acabado un ciclo de estudios o han decidido dejar su formación”. Con respecto al trasvase sectorial, “es un fenómeno normal y profesionalmente enriquecedor hasta los 25 años de edad, pero puede convertirse en menos normal cuando se supera esa edad”.

En el conjunto del territorio español, los hombres de origen marroquí y rumano son los más vulnerables a la crisis y las mujeres han padecido en menor medida el desempleo gracias, en parte, a su mayor presencia en el sector servicios, aunque ahora tienen un empleo más precario y la brecha salarial ha crecido. Sin embargo, los investigadores observan una tendencia clara: a pesar de que la movilidad no sea excesiva, siempre es mayor que la de los autóctonos. Se mueven más por tener una vinculación menor con el territorio y por el simple hecho de ser inmigrantes, es decir, “porque su entrada en el mercado de trabajo haya podido estar condicionada por la legislación existente y porque su ubicación en el puesto de trabajo no se corresponda con su cualificación”. En definitiva, a más necesidad y desarraigo, más facilidad para hacer las maletas.