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El espía marroquí (y II) – Por Rafael Muñoz Abad

   

Cuando el viajero llega al Sahara occidental lo hace a uno de los territorios más “seguros” de África, pues la presencia militar y los soplones del régimen siguen con especial interés al visitante blanco que siempre es sospechoso de algo. Un paseo por el Boulevard Mekka, hacia las barriadas de Al Mostakbal, en El Aaiún, nos interna en la [fallida] estrategia marroquí de entregar pisos a los saharauis con el objetivo de sedentarizarlos y crear una generación marroquinizada.

Laayoune es un poco Taco. Bloques desnudos. Cubismo. Urbanismo gris donde los pisos francos del Polisario son uno más. Quizás el extrovertido taxista, que en un Dacia con banderines del Barça nos lleva, sea un chivato de los servicios secretos de Marruecos. Aquí, donde no hay locutorio que no esté pinchado, se hace fehaciente el dicho de que las aceras escuchan. Siempre hay un par de gafas de sol en la entrada del hotel Nagjir. Cuartel general de los observadores de la ONU en la capital del Sahara.

Es reseñable que la DGSN haya vuelto a tender su mano y a cooperar con los servicios franceses en materia antiterrorista. Los frentes que sintetizan los esfuerzos de la inteligencia alauí son: todo lo relacionado con el Sahara y Argelia; la infiltración en la diáspora marroquí y los medios de comunicación “hostiles” a la monarquía; y el control del integrismo islámico; siendo esta última premisa la que le hace colaborar más estrechamente con España y Francia. Ahondando, coadyuvar con el Mossad en materia formativa o esa leyenda popular relativa a si sus servicios… ¿tuvieron “conocimiento” previo de los atentados del 11M en Madrid? Aunque la más novelesca y supuesta acción de sus agentes fue -anteriormente a los ataques del 11S- la penetración en Al Qaeda de Hassan Dabou. Espía infiltrado en Afganistán, en colaboración con la CIA, cuyo rastro se sigue hasta Washington. La conexión de yihadistas marroquíes con Al Qaeda es evidente pese a que antes del 2001 las agencias occidentales no le prestaran mucha atención a lo que en la casbah de Casablanca sucedía. Detrás del asesinato de Ahmed Massod, líder de la resistencia antitalibán, estuvo un marroquí radicalizado y, el propio Dabou, informó a Rabat que algo gordo se planeaba contra… Nueva York.