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La nave SoHo cumple 20 años explorando el Sol

   
El satélite SoHO. | IAC

El satélite SoHO. | IAC

EUROPA PRESS | Madrid

La nave SoHO (Solar & Heliospheric Observatory) de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA cumple 20 años. Lanzada al espacio en 1995 sigue produciendo importantes resultados científicos.

La carga útil del satélite son doce experimentos cuyo objetivo ha sido el estudio de la estrella, desde su núcleo hasta la corona exterior y el viento solar. En dos de ellos, VIRGO y GOLF, tienen participación importante ingenieros y científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias.

SoHO está situado a millón y medio de kilómetros de la Tierra, es un satélite estabilizado con una envergadura de unos 10 metros con los paneles solares desplegados, que puede apuntar a cualquier parte del Sol sin interrupción. La misión, estaba programada para dos años, con otros dos de prórroga, por lo que debía acabar a finales de 1999. No obstante, tuvo un éxito sin precedentes y aún ahora está en órbita.

La última prórroga le fue concedida el 20 de noviembre de 2014 por cuatro años más. Esta decisión, según explica el IAC, se ha tomado ante los datos del máximo interés científico para el conocimiento del Sol que sigue enviando este aparato.

A lo largo de estas dos décadas de vuelo de SoHo se han lanzado otros satélites para el estudio del Sol. Concretamente, por la NASA y por la agencia espacial japonesa (JAXA). Sin embargo, el IAC asegura que muchos de los datos que aún proporciona SoHO siguen siendo únicos.

“No es exagerado decir que, a día de hoy, todo científico solar vivo ha utilizado datos de SoHO para sus investigaciones. Además, ha sido la primera misión científica espacial de marcado carácter popular con una web que actualiza los datos prácticamente en tiempo real para uso y disfrute del público interesado (http://sohowww.nascom.nasa.gov)”, indica el instituto desde su blog.

Se perdió en 1998
Del mismo modo, destaca que este satélite ha vivido uno de los sucesos más dramáticos de la exploración espacial. El 25 de junio de 1998, desde el control de la misión, se perdió contacto con el satélite y la operación quedó interrumpida.

Los expertos explican que el satélite andaría perdido en el espacio, apuntando a cualquier sitio, probablemente girando sobre sí mismo y con los paneles solares sin iluminación. De esta forma, sin energía, no se podía comunicar con la Tierra y, muchas partes, incluidos los experimentos, estarían sometidos a cambios de temperatura desde -100 a +100 grados, dependiendo de su exposición al Sol.

La NASA y la ESA formaron enseguida dos equipos: uno para saber qué había pasado y otro cuya única misión sería la recuperación del satélite, a partir de la información que se tenía momentos antes de su silencio. La pérdida se produjo durante el proceso de recuperación de las operaciones después de que, por alguna razón desconocida, el satélite se hubiera puesto en modo ESR (Readquisición solar de emergencia) por séptima vez a lo largo de la misión.

Por tanto, no había por qué preocuparse en demasía, el satélite cuando pasa cualquier imprevisto se coloca en este modo (gasto mínimo de energía y de cara al Sol) y espera a que desde el control de la misión lo vuelvan a poner en funcionamiento. Durante este proceso, desde control hubo decisiones erróneas que llevaron al desastre, a la pérdida de conexión con el satélite.

En medio de la nada
El proceso de recuperación fue una de las aventuras más excitantes de la investigación espacial: primero había que encontrarlo en medio de la nada, como encontrar un pequeño corcho en el océano. Las antenas de la Red de Espacio Profundo (DSN) de la NASA y otras de la ESA estuvieron rastreando la zona a la espera de recibir alguna señal del satélite.

Durante cuatro semanas se estuvieron enviando comandos cada minuto para que el satélite encendiera sus transmisores, sin resultado. Mientras tanto, el equipo había llegado al convencimiento de que los paneles del aparato no estaban iluminados, o muy poco, y no producían la energía suficiente para recargar las baterías.

Las predicciones de la órbita de SoHO señalaban que para Septiembre los paneles podrían recibir iluminación solar suficiente para después ir menguando otra vez. Por tanto, había que encontrarlo y, después, procurar recuperarlo.

El 23 de julio apareció un rayo de esperanza cuando el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico), también reclutado para esta odisea, envió una señal de radar que dio con SoHO y su reflexión se recibió en la antena del DSN en Goldstone (California). En una hora fueron capaces de determinar que el satélite estaba girando una vuelta cada 53 segundos; no demasiado rápido.

Después de un trabajo constante e incansable, el 3 de agosto se recibió (en la antena del DSN de Canberra, Australia) la primera respuesta de SoHO, trozos de señal de pocos segundos de duración que mostraban que el satélite era capaz de reaccionar a comandos enviados desde el control de misión.

De forma lenta, pero segura y ordenada, se fue recuperando a SoHO. Primero había que parar la rotación con los motores y, para ello, había que ponerlos en marcha, pero los tanques de combustible y los conductos hasta ellos estaban congelados. Había que descongelarlos y encender los motores con un uso inteligente de la carga de la batería y el uso de la misma para descongelar sin perder el control.

Finalmente, después de casi 30 días se logró. El 16 de septiembre se pudo detener el giro y poner el satélite en posición ESR. A partir de aquí ya se recuperaba completamente el control del satélite y había que comenzar a revisar los posibles daños en los experimentos científicos.

Sin giroscopios
Al final, el peor resultado fue la pérdida de dos de los tres giroscopios del satélite que mantienen el apuntado preciso hacia el Sol. No obstante, esto no fue todo. El 21 de diciembre el tercer giroscopio falló también. Este contratiempo obligaba a que el apuntado del satélite fuera defectuoso y se tuvieran que usar los motores para mantenerlo, con lo que el gasto de combustible era alto acortando el tiempo de vida del satélite.

No obstante, nuevamente los ingenieros pudieron reprogramar el satélite para que el apuntado pudiera hacerse sin los giroscopios, utilizando la ruedas de carga del satélite. Desde entonces, SoHO es el primer satélite capaz de apuntar con precisión a un punto del espacio sin utilizar giróscopos.