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Aeronáutica: el factor psicológico – Por Sergio García de la Cruz

   

Premeditado, así fue el accidente aéreo ocurrido en el Macizo de los Tres Obispados de los Alpes Franceses. Andreas bloqueó la puerta y su mente.

Muchas cosas cambiaron después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, entre ellas las relativas a la seguridad de la aviación añadiendo importantes elementos de seguridad para mejorar la protección;, como la identificación de lugares de riesgos para colocar una bomba, el reforzamiento de los techos y pisos del compartimento de la tripulación de cabina, así como el blindaje de la puerta de acceso a la cabina, resistentes incluso a las granadas, se añadió un sistema de apertura exclusivamente desde el interior. Cierto que permite una cierta autonomía desde el exterior, pero quien decide es la persona que se encuentra dentro de la “cámara acorazada” de manera que será desde esta donde se tome la última palabra e incluso, como fue el caso, quien decida el destino de todas las demás. No hay una obligación de que siempre queden dos personas dentro de la cabina, ahora todo son especulaciones, incluso será noticia y hasta determinante que Lubitz lloró una vez. Suele ser una práctica habitual que esperar hasta unas horas de vuelo de 3 o 4 horas de vuelo antes de relevar el mando, en un vuelo como este de poco más de 2 horas, esto se hacía hasta innecesario, pero Andreas sabía que se produciría.

Lamentablemente los accidentes e incidentes de aviación se corrigen a base de errores y aciertos, las investigaciones son necesarias para impedir que se repitan; de hecho, el objetivo de la investigación de un accidente o incidente es la prevención. Sin embargo, este tipo de hechos no es la primera vez que ocurre.
En 1999 un Boeing 767 se estrelló en el océano atlántico cerca de Massachusetts. El vuelo despegó desde el aeropuerto JFK y se dirigía al Cairo con 4 miembros de la tripulación de vuelo, 10 auxiliares de vuelo, y 203 pasajeros a bordo, todos murieron, el avión fue destruido. El primer oficial se quedó solo en la cabina y desconectó el piloto automático después accionó la palanca y el avión comenzó a descender. Sus palabras que se repetían una y otra vez en la cabina fueron: “confío en Dios”, “confío en Dios”,…, la primera frase se oyó débilmente, aproximadamente 1 minuto 6 segundos antes de desconectar el piloto automático, la segunda expresión se produjo 5 segundos antes de tocar las palancas del acelerador y mientras el avión estaba todavía en el nivel de vuelo, las nueve declaraciones se aceleraron a medida que el avión aumentaba la velocidad de descenso y acercaba el impacto. No se encontraron evidencias de fallos mecánicos. En las operaciones de recuperación que comenzaron el 31 de octubre y terminó el 22 de diciembre se recuperó un 70 % del avión, posteriormente, entre el 29 de marzo y 3 de abril de 2000, se produjo la recuperación del motor izquierdo y piezas adicionales. La conclusión de las autoridades investigadoras es de que se trató de un acto suicida por parte del copiloto. Por supuesto las autoridades egipcias lo niegan y de este caso no aprendimos… La suerte es que uno fue en los Alpes y el otro en el Océano Atlántico.

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