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Cheick Dioum: “Yo trabajo en silencio y hablo sobre el ring”

   

JUAN S. SÁNCHEZ | Santa Cruz de Tenerife
Foto: E. MAGDALENA (Tenerife Moda)

Cheick Dioum. |

Cheick Dioum. |

La vida le ha dado muchos más golpes a Cheick Dioum (Dakar, 29 de septiembre de 1991) que el boxeo. Quizá de ahí haya aprendido a encajar, a fajarse, a no dar nada por perdido. El Tigre de Senegal no se rinde, persigue su sueño. Para ello se levanta todos los días a las seis, sube al Teide a correr, baja y entrena dos o tres horas en la Escuela de Boxeo de Manuel Povedano, se pone el traje de faena y a la una y media entra a trabajar como ayudante de cocina en un hotel. “A veces no siento mi cuerpo”, confiesa antes de agradecer “a mi jefa Belén” las facilidades que intenta darle cuando va a combatir. El día 20 tiene su próximo objetivo.

-Se acerca la tercera experiencia profesional de su carrera, ¿qué tal se encuentra antes de la cita?
“Estoy al 200 por cien. No se mucho del rival pero confío en mi entrenador. Como yo estoy a tope no me preocupo de nada más. Es otra oportunidad que tengo que aprovechar porque sé que no hay mucha gente que crea en mí y mi entrenador y su mujer siempre han apostado por mí. Mientras, yo trabajo en silencio y hablo sobre el ring”.

-Tiene dos cosas que son importantes en el boxeo profesional, la capacidad de encajar y la capacidad de golpear duro…
“Sí, he comido muchas manos, he guanteado con gente de muchos kilos más que yo y cuando me pillan pues lo disimulo y tiro para adelante. Esto se tiene o no se tiene”.

-Y a esas dos virtudes también se le añaden otros dos aspectos que no se entrenan, el carisma y el apoyo de la afición senegalesa de la Isla, que no le fallan nunca…
“Eso me pone los pelos de punta. Nunca me fallan. Noto siempre su apoyo y sobre todo cuando lo estoy pasando peor. Son gente que deja su tiempo y me dedican esos minutos a mí. Desde que salgo hasta que acabo me apoyan a muerte y eso me rompe el corazón. Solo escucharlos me multiplica las fuerzas”.

-Es que en cierto modo, aunque lleve muchos años en Tenerife, representa a todo un país cuando se sube al cuadrilátero…
“Soy senegalés, pero me siento canario también. Es verdad que represento a mi país, que siento mis colores pero también agradezco mucho a la gente canaria porque me han apoyado siempre y tengo muchos amigos canarios. Ellos me dicen que soy un negro canario, siempre vacilamos con eso”.

-¿Qué ha cambiado de aquel Cheick que se bajaba del cuadrilátero diciendo cuando perdía que los árbitros eran racistas y no querían que ganara el negro al Cheick de hoy en día?
“Eso eran cosas de niños. Nunca me gustó perder y decía disparates, pero hay que reconocer las cosas cuando uno pierde y es verdad que ponía la excusa de que como era negro me quitaban el combate. Uno ya es maduro, he crecido, ya no soy un niño y antes me cabreaba, pero perdía porque el rival era mejor que yo y estaba mejor entrenado que yo. He cambiado mucho, ya esto no es un juego como me lo tomaba antes cuando empezaba de amateur”.

-¿Se plantea metas a largo plazo, sueña con grandes objetivos o solo piensa en el siguiente combate?
“Yo tengo un sueño muy grande, una meta y sé que voy a llegar como sea. Primero quiero arreglar la nacionalidad. Mi madre ya fue a Senegal a conseguir algunos papeles que me faltan. Luego hacer el cinturón de España, luego Europa y… sin renunciar a nada”.

-¿Y la pasarela? ¿Quiere volver a vivir la experiencia de Feboda?
“Yo estoy muy agradecido a Efraín Medina por esa oportunidad y el apoyo que me dio. Disfruté mucho, me gustó la experiencia, aunque al principio estaba un poco nervioso y mis amigos me vacilaban, pero todo se puede hacer hoy en día y ese dinero me vino muy bien para poder comprarme unos tenis buenos o poner gasolina para venir a entrenar”.