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Nada de caos ni azar – Por Fran Domínguez

   

Aún estoy aturdido por algunas cosas que hemos conocido esta semana, como por ejemplo el nuevo currículo de la materia optativa pero evaluable de Religión -católica, claro-, publicado en el Boletín Oficial de Estado, en el que, entre otras “indicaciones”, como la de señalar “la incapacidad de la persona para alcanzar por sí misma la felicidad”, recoge textualmente que se valorará, por parte del estudiante que curse esta asignatura en Bachillerato, que “reconoce con asombro y se esfuerza por comprender el origen divino del cosmos y distingue que no proviene del caos y el azar”. Vamos, que cuando uno de estos alumnos vaya luego a recibir clases de cómo se parió el Universo, el Big Bang y demás teorías con aval científico tendrá que bifurcar su mente para poder aprobar en los dos lados, si no se empana antes la cabeza. A veces uno se pregunta en qué país vive, porque con demasiada frecuencia parece que se retrotrae a otras épocas más pretéritas cuando no oscuras y que cree felizmente superadas, incluso por la propia Iglesia -católica-. Lo que faltaba ya a la de por sí vilipendiada LOMCE es que se permita a estas alturas de la película entrar ahora en conflictos innecesarios y fuera de lugar con asignaturas obligatorias respaldadas por evidencias, no por la fe -que eso es otra cuestión, respetable, pero otra cuestión-, encima con la aquiescencia gubernamental que permite a la jeraquía eclesiástica elaborar alegremente el temario de la materia, además de la potestad de elegir un profesorado que pagamos todos -que no se nos olvide-. La gran mayoría de los partidos políticos de la oposición se muestran partidarios de que la asignatura de Religión -católica- se aborde de otra manera, o bien desaparezca de la enseñanza pública o se imparta desde otra perspectiva, como una historia de las creencias más arraigadas, y todos ponen, con mayor o menor celo, dependiendo del color de las siglas, sus ojos en los acuerdos firmados con el Vaticano en el año 1979, la verdadera madre de este cordero, como sabemos. Qué será lo próximo, poner en duda el origen de nuestra especie, negar que nuestros tatarabuelos eran unos primates que hace unos cuantos millones de años se bajaron del árbol y se pusieron de pie para otear el horizonte e intentar buscarse la vida por otros lados. Pues, igual nos sorprenden…